BELFAST.- Belfast, ofrecía hoy viernes, desde tempranas horas de la tarde, la imagen de una capital vacía y fantasmal, mientras una columna de siete blindados con los soldados paracaidistas del Ejército con casco y uniforme de combate y con armas pesadas sobre los vehículos patrullaban sus calles.
Esta imagen militarizada se había evaporado de las calles de la capital hace dos años atrás, cuando el proceso de paz entre católicos y protestantes comenzó a consolidarse.
Su regreso es el signo del actual estado de esa cuestión en pleno período de marchas sectarias en la provincia.
La excusa es Drumcree, el desfile de los protestantes del pueblo de Portadown, que pretenden marchar el próximo domingo por el barrio católico de Garvaghy Road para llegar a su catedral y celebrar así una victoria militar sobre sus históricos rivales en una batalla de hace 300 años.
Los protestantes de la logia de los Orange llamaron a solidarizar por la marcha a toda la provincia y estalló la violencia en cada barrio protestante de Irlanda del Norte durante las últimas cuatro noches.
Pero detrás de la marcha hay otras intenciones, tan sectarias como el odio religioso que ha dividido a ambas comunidades en una guerra civil con 30 años y más de 3.500 muertos y que ahora resurge entre los más radicales de ambos bandos.
Belfast está comenzando su quinta noche de caos, con barricadas, autos ardiendo, secuestros de vehículos, enmascarados, piedras y disparos lanzados a la policía.
Los guerrilleros protestantes de los Luchadores de la Libertad del Ulster (Uff) ya han incendiado un auto en una barricada instalada en plena avenida y el humo se eleva en espirales al cielo aún azul en pleno atardecer.
