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Dos heridos en sexto encierro de San Fermín

Según los asistentes, la sexta jornada, protagonizada por los toros de la ganadería de Joaquín Núñez del Cuvillo, resultó ser emocionante y peligrosa.

12 de Julio de 2000 | 03:06 | EFE
PAMPLONA.- Los toros de la ganadería de Joaquín Núñez del Cuvillo protagonizaron hoy el sexto encierro de las fiestas de Sanfermines 2000, que resultó emocionante y peligroso y en que el que al menos fueron empitonados dos corredores.

La manada partió a las 08.00 hora local (06.00 GMT) desde los corrales de Santo Domingo, estirada y encabezada por un manso y dos toros, uno de los cuales tomó pronto la cabeza de la marcha, que discurrió rápida por ese tramo.

Poco después unos cuantos corredores, en su recorrido delante de los toros por un tramo vallado de casi un kilómetro, se agolparon y un astado, que se había quedado rezagado al resbalar y caer al suelo mojado por la lluvia, derrotó hacia alguno de ellos, momento en el que al parecer se produjeron las cornadas.

Este toro quedó definitivamente descolgado de sus hermanos, que prosiguieron sin novedad la marcha por la plaza del Ayuntamiento y la calle de Mercaderes hasta que en la curva de Estafeta chocaron cuatro de ellos contra el vallado antes de caer sobre el pavimento.

Un toro y un manso marcharon en cabeza por la calle de Estafeta, donde la manada corrió disgregada aunque los astados no lanzaron derrotes contra los mozos que, en menor número que en días pasados, protagonizaron bonitas carreras, aunque uno de ellos fue arrollado por uno de los bureles de forma espectacular.

Definitivamente rota, la manada pasó frente al edificio de Telefónica con tres toros abriendo la marcha y uno descolgado, que resbaló y se volvió en varias ocasiones, derrotó hacia los mozos aunque sin llegar a alcanzarles y produjo momentos de peligro.

En el callejón de entrada a la plaza, donde se estrecha el paso, se formó otro grupo de corredores que no tuvo sin embargo consecuencias.

Los tres primeros toros, acompañados de los mansos, entraron directamente en chiqueros, seguidos de otros dos astados, mientras el rezagado tuvo que ser llevado por los mozos a punta de periódico primero y por los pastores con sus capotes después hasta los corrales, no sin antes resistirse y pararse en el coso.
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