LONDRES.- Robert Runcie, el jefe de la Iglesia Anglicana que despertó las iras del gobierno británico al rezar por todos los muertos en la guerra con Argentina por las Islas Malvinas, murió hoy. Tenía 78 años.
Runcie, que fue el 102° arzobispo de Canterbury entre 1980 y 1991, falleció durante la noche en su hogar de Hertfordshire luego de una prolongada batalla con el cáncer, dijo hoy una vocera del Palacio Lambeth, residencia de los arzobispos.
En ocasiones Runcie apareció como el crítico más duro del gobierno de Margaret Thatcher, quien lo había designado. Provocó las iras de Thatcher por sus declaraciones sobre la guerra por las Malvinas y por criticar las medidas del gobierno para quebrar una larga huelga de los mineros del carbón.
Lideró la Iglesia Anglicana durante una década turbulenta de polémicas sobre la ordenación de mujeres al sacerdocio y la modernización de la liturgia.
Runcie se alineó con los liberales de su iglesia para permitir que personas divorciadas volvieran a casarse, lo cual sucedió después de su retiro. Pero fue conservador en materia de sacerdocio femenino, el problema que desgarró la Iglesia Anglicana a fines del siglo XX.
Aunque en lo personal no se oponía, dijo que el sacerdocio femenino dividiría a los anglicanos -como sucedió- e impediría el acercamiento a las iglesias Católica Romana y Cristiana Ortodoxa.
Robert Kennedy Runcie nació el 2 de octubre de 1921 en Liverpool.
Fue oficial tanquista durante la Segunda Guerra Mundial y ganó la Cruz Militar al valor en combate.
A pesar de ello, fue criticado por pacifista debido a un sermón sobre la guerra de las Malvinas a fines de 1982.
"La guerra se produce cuando el amor y la lealtad que deberían ofrecerse a Dios son aplicados a un sustituto de Dios, siendo el nacionalismo uno de los más peligrosos", dijo en el sermón.
Sacerdote desde 1950, Runcie fue ordenado obispo en 1970.
Le sobreviven su esposa y dos hijos.