CARACAS.- Los dos principales candidatos a ocupar la presidencia de Venezuela, el actual gobernante Hugo Chávez y su máximo rival, Francisco Arias Cárdenas, terminaron el miércoles sus campañas para los comicios del domingo igual que las empezaron: con acusaciones mutuas y con promesas de un futuro mejor.
Atrás quedaron casi 60 días de campaña en dos etapas, a raíz del aplazamiento de última hora de las "megaelecciones" previstas para el 28 de mayo último y que desembocó en la convocatoria de comicios múltiples el 30 de julio y para circunscripciones locales el 1 de octubre próximo.
También atrás quedaron los desencuentros entre ambos antiguos compañeros de armas y amigos, que los obligaron a separarse hace siete meses de su proyecto común y competir por la Presidencia con el conocimiento mutuo de sus debilidades.
Arias y Chávez soportaron un intenso aguacero en la noche caraqueña, ante decenas de miles de simpatizantes cada uno de ellos y en mítines casi simultáneos, para lanzar sus últimos mensajes y pedir el voto para sus respectivas candidaturas.
Ambos se mostraron confiados en el triunfo, a pesar de que las encuestas de opinión emitidas en las semanas precedentes conceden al actual presidente entre 15 y 20 puntos porcentuales de ventaja.
Arias dio un mensaje dentro de la tónica de "firmeza moderada" que le ha caracterizado, y pidió "esperanza" en el futuro, mientras que Chávez, haciendo gala del enérgico talante que le caracteriza, pidió a todos los candidatos que se presentan bajo su manto "revolucionario" que triunfen en las elecciones legislativas, regionales y municipales para afianzar su proyecto.
Chávez, poco conciliador y muy electoralista, presumió de haber liderado varias convocatorias a las urnas para echar del poder a "oligarcas, traidores y antipatriotas" e hizo gala pública de su derecho a usar el uniforme castrense, a pesar de que tuvo que dejar el Ejército hace seis años, para poder salir de la cárcel en la que estuvo por rebelión.
Entre constantes alusiones al Libertador Simón Bolívar, recordó sus logros en los 17 meses de mandato, prometió que las reformas políticas en las que se ha centrado en ese periodo cederán el paso a la preocupación de su gobierno por lo económico y social, en especial la educación y la sanidad, y advirtió de que acabará con la "contrarrevolución", identificada con su ex compañero y ahora rival.
Arias, ex gobernador de Zulia, aseguró, por su parte, que creará medio millón de empleos en los primeros seis meses de su eventual mandato, y reiteró su afán de gobernar "de una vez" y administrar el país eficazmente, exorcizando los fantasmas del "autoritarismo" que, a su juicio, encarna Chávez, ideólogo del golpe de Estado de febrero de 1992 protagonizado por ambos.
No dejó escapar algunos de los temas que han animado la campaña, como su deseo de que los comicios sean limpios y puedan ser auditables, criticando al Consejo Nacional Electoral (CNE), y aludiendo al supuesto intento de fraude con urnas automáticas denunciado el miércoles por un gobernador regional.
Ausente del baño de masas final estuvo, como ocurrió en la campaña de mayo, el tercer candidato a la Presidencia: el ex socialdemócrata Claudio Fermín, que ha sido el convidado de piedra en los prolegómenos electorales, caracterizados por la falta de debate de los aspirantes.
En el baúl de recuerdos de la campaña han quedado los temas que preocupan a los venezolanos: inseguridad, desempleo, estancamiento económico, pobreza creciente, y falta de incentivos culturales y educativos para salir de la crisis económica y de valores en que se encuentra el país desde hace 20 años.
