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Más de 120 millones de chinos son portadores de virus hepatitis B

Sólo en 2003, China registró 710.000 nuevos casos de hepatitis B y, según datos del ministerio de Sanidad, 20 millones de chinos padecen esta enfermedad vírica de manera crónica.

20 de Mayo de 2004 | 11:36 | EFE
BEIJING.- La hepatitis B se ha convertido en una infección endémica que cobra 280.000 vidas al año en China, donde 120 millones de personas, casi un 10% de la población, son portadoras del virus, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sólo en 2003, China registró 710.000 nuevos casos de hepatitis B y, según datos del ministerio de Sanidad, 20 millones de chinos padecen esta enfermedad vírica de manera crónica.

"Aproximadamente un tercio de los portadores del virus de la hepatitis B en todo el mundo reside en China, donde se ha convertido en una infección endémica", declaró Roy Wadia, portavoz de la OMS en China.

Según datos recogidos por la OMS entre 1992 y 1995, el virus de la hepatitis B infectó en el país asiático a 690 millones de personas (un 35% de las infecciones en todo el mundo).

De ese total, un 9,8% se convirtieron en portadores, lo que representa una incidencia muy superior a la de cualquier otro país del mundo.

Durante el periodo comprendido entre 1992 y 2002, la incidencia de las infecciones graves por hepatitis B se mantuvo muy alta, con una media de entre 25 y 50 afectados por cada 100.000 habitantes.

La hepatitis B es la enfermedad de mayor repercusión en China, ya que representa un 28% de los 2,5 millones de afectados por enfermedades infecciosas en 2003 (incluida la neumonía atípica), que se incrementaron un 5,45 por ciento más que en 2002.

Las hepatitis víricas A y B se pueden prevenir mediante un programa de vacunación, una medida que en las zonas desarrolladas de China alcanza un 90 por ciento de la cobertura prevista, cifra que cae en las áreas rurales del oeste.

Ambas enfermedades tienen distintas vías de contagio, ya que la hepatitis A se transmite a través de agua contaminada y del contacto con materias fecales, mientras que la hepatitis B se transmite por intercambio de fluidos corporales (contacto sexual y sangre infectada entre otros).

Según la OMS, y a pesar de las cifras, la prevención de esta enfermedad en China ha mejorado notablemente desde que se inició un programa de vacunación en 1992.

En cuanto a la transmisión del virus de padres a hijos, sólo en la capital, Pekín, la incidencia media de la hepatitis entre niños menores de 4 años decreció de 20,5 afectados por cada 100.000 habitantes en 1990, a 0,4 afectados en 2001.

Por otro lado, las autoridades chinas señalan que del total de 840.000 de enfermos de sida registrados oficialmente -más de un millón según organizaciones independientes-, un 60 por ciento son también enfermos de hepatitis C.

Las vías de contagio de la hepatitis C son similares a las de la B, pero carece de vacuna y la mayoría de infectados se convierten en portadores, con el agravante de que muchos no desarrollan síntomas hasta transcurridos diez años.

Las perspectivas de contagio de enfermedades víricas y de transmisión sexual en China son muy amplias debido a la ignorancia y a la carencia de medidas higiénicas.

Además, la mayoría de enfermos de sida, a causa de la debilidad de su sistema inmunológico, son propensos a desarrollar la tuberculosis, una enfermedad que se cobra cada año 150.000 vidas en China.

Según la última encuesta de la multinacional Durex, un 70 por ciento de los chinos no utilizan ninguna medida profiláctica en el primer encuentro sexual con una nueva pareja.

La ignorancia sobre las formas de contagio empeora la situación, ya que hasta hace pocos meses los portadores de hepatitis B estaban discriminados por la administración, que no les permitía presentarse a los exámenes para acceder al cuerpo de funcionarios estatales.

Después de la controversia creada por el dramático caso de un portador, Zhou Yichao, que mató a un funcionario en la provincia oriental de Zhejiang por rechazarlo en un concurso público, algunas autoridades provinciales decidieron acabar con esta prohibición.

A pesar de que la opinión pública lo consideró un héroe, Zhou fue condenado a muerte y ejecutado el pasado mes de abril, después de que las provincias de Henan, Hunan (centro) y Guizhou (suroeste) derogaran la normativa.
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