PARÍS.- Doscientos nueve años después de su muerte, el corazón del hijo del rey Luis XVI y María Antonieta fue enterrado hoy tras un funeral en la basílica de Saint Denis, cerca de París.
A la ceremonia asistieron 2.500 invitados y miembros de las casas reales europeas. Unos mil curiosos siguieron en la mañana una misa celebrada por el nuncio papal a través de pantallas gigantes colocadas fuera de la iglesia.
Los monárquicos presentes despidieron al que fuera el mayor de los hijos de Luis XVI con gritos de "¡Viva el rey!".
Hace cuatro años científicos belgas y alemanes demostraron con tests genéticos que el corazón pertenecía a Louis Charles, nacido en 1785. El niño murió con diez años de tuberculosis en prisión, el 8 de junio de 1795, luego de que sus padres fuera decapitados en 1793 durante la Revolución Francesa.
Durante siglos circuló el rumor de que el hijo de los Borbones había sido sacado de la cárcel y que el corazón era de otro, versión que sólo pudo ser desechada gracias a los análisis genéticos. Una comparación con los cabellos de hermanas de María Antonieta aclararon todas las dudas.
Un médico que simpatizaba con la monarquía robó el corazón en secreto luego de una autopsia. Tras pasar por Austria e Italia finalmente terminó en 1975 en la capilla de Saint Denis, donde se lo conservaba en una urna de cristal.
El funeral pone fin al misterio en torno al pequeño borbón que podría haber reinado como Luis XVII y ahora su corazón desecado descansa, duro como una piedra, en la cripta real de Saint Denis.
En la basílica eran enterrados los reyes franceses desde la Alta Edad Media. Los padres del delfín no están sin embargo allí, pues como era habitual durante la Revolución, ambos fueron colocados en una fosa común, al igual que el cadáver del niño.
