SANTO DOMINGO.— Leonel Fernández juró hoy como presidente de República Dominicana en medio de una profunda crisis económica en la nación caribeña de 8,8 millones de personas.
Fernández, quien ya presidió el país de 1996-2000, sustituye a Hipólito Mejía, un político que se autodenominaba como "atípico" y quien falló en su intento de reelegirse en las elecciones del pasado mayo.
Tras el juramento en el Congreso ante cientos de personas y una docena de jefes de estado, el Presidente ofreció un mensaje en el que advirtió que hereda una de las peores crisis económicas de la historia dominicana.
"Acomodarse en la silla presidencial será como caminar sobre un campo minado o sentarse sobre un fogón encendido", sostuvo Fernández.
Rafael Alburquerque también juró hoy como vicepresidente de República Dominicana.
Además de encaminar la atribulada economía, Fernández enfrenta otro reto igual de difícil: subir la moral colectiva de sus compatriotas que viven la peor crisis económica y social en décadas, con una tasa de desempleo de 16%, una inflación acumulada de 32% y la pérdida de la mitad del valor del peso ante el dólar estadounidense en lo que va de año.
Mejía atribuía la crisis económica a factores ajenos a su control, como los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y la quiebra de tres bancos comerciales en República Dominicana.
"Nunca antes un gobernante había tenido que dirigir los destinos nacionales durante un período con tantos choques para su economía", manifestó Mejía el jueves en su discurso de despedida.
Pero los dominicanos están esperanzados en que, independientemente de las causas de la crisis económica actual, Fernández atienda los problemas más apremiantes como la falta de electricidad por períodos consecutivos de 20 horas y la constante migración ilegal de personas que se arriesgan en peligrosas travesías marítimas a Puerto Rico en busca de mejores condiciones.
Fernández también enfrentará una deuda externa acumulada de 6.000 millones de dólares y una minoría en el Congreso Nacional que podría entorpecer las iniciativas del Poder Ejecutivo para propósitos políticos.
El presidente electo ha dicho que una de sus primeras medidas será establecer una reforma tributaria que espera minimice el déficit fiscal.
Pero también tendrá que tomar medidas macroeconómicas que mejoren la contracción de 1% que el Fondo Monetario Internacional anticipa para el producto interno bruto este año — la única economía latinoamericana que no crecerá en este período.
A pesar de todas las críticas contra las políticas y el estilo de Mejía, diversos sectores, entre ellos el propio Fernández, reconocen que su gestión de insertar a República Dominicana en un tratado de libre comercio regional y con Estados Unidos era necesaria y podría dar frutos positivos a largo plazo.
El pasado 5 de agosto, República Dominicana y Estados Unidos completaron la creación del segundo mayor mercado para los productos estadounidenses en las Américas al firmar un tratado de libre comercio que fue adosado a otro con cinco naciones centroamericanas, para totalizar un intercambio comercial de partida de unos 32.000 millones de dólares al año.
El acuerdo, que se conocerá como RD-CAFTA y que incluirá a Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, requiere todavía de su aprobación por el Congreso en Washington.
Mejía sólo obtuvo el 33% del voto frente al 57% de los sufragios de Fernández en las elecciones del pasado 16 de mayo.
