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Blair da apoyo pleno a ministro tras escándalo amoroso

Según los medios de comunicación, el ministro del Interior, David Blunkett, logró, a pedido de su ex novia Kimberly Quinn, que la solicitud de un permiso de residencia permanente de la niñera de ésta fuera atendida más rápido de lo habitual.

29 de Noviembre de 2004 | 15:55 | DPA
LONDRES.- El Primer Ministro británico, Tony Blair, dio hoy su apoyo pleno a su ministro del Interior, David Blunkett, en el centro de un escándalo por una relación amorosa.

Blair señaló hoy en Londres que tiene “total confianza” en Blunkett, de 57 años, y que éste seguirá desempeñando su trabajo como “ministro del Interior de primera clase”.

Por otro lado, sir Alan Budd, ex asesor del Ministerio de Finanzas, fue nombrado presidente de una comisión de investigación independiente. La investigación fue solicitada en la tarde de este domingo por el propio Blunkett.

Según los medios de comunicación, Blunkett logró, a pedido de su ex novia Kimberly Quinn, de 43 años, que la solicitud de un permiso de residencia permanente de la niñera de ésta fuera atendida más rápido de lo habitual.

El propio ministro señaló al respecto que sólo se encargó de ver si la solicitud había sido completada de la manera correcta, pero que no hizo ningún tipo de presión para lograr una posible aprobación por parte de las autoridades pertinentes.

La relación del ministro y Quinn terminó ya el pasado verano boreal, y desde entonces la mujer se reconcilió con su esposo. Según informaciones de prensa, se prepara una larga pelea legal por la custodia del hijo de dos años de Quinn, William. Un test genético ha probado que Blunkett es el padre del menor, y según las versiones el ministro pretende la custodia del niño, o al menos un régimen regular de visitas.

Blunkett, ciego de nacimiento, está considerado uno de los miembros más influyentes del gobierno laborista de Blair, porque su política de mantenimiento de la ley y el orden no ofrece muchos resquicios para el ataque de la oposición conservadora.

Sin embargo, su relación con Quinn, editora de la revista “The Spectator” (de derecha y normalmente contraria al gobierno), ha dañado según muchos comentaristas la imagen del ministro del Interior, hasta ahora considerado “duro, pero justo”.
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