LUXEMBURGO.- Los luxemburgueses fueron hoy fieles a su tradicional carácter pro-europeísta y apoyaron la Constitución de la UE con un 56,52 por ciento de "síes", resultado que supone un alivio para la Unión tras los "noes" de Francia y Holanda y que hace que ya sean la mayoría de los 25 los que han ratificado el tratado.
Como destacaron el primer ministro luxemburgués, Jean Claude Juncker, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, con la ratificación de hoy -sólo a falta de un trámite parlamentario- ya son 13 los Estados miembros que han ratificado la Constitución, es decir, una mayoría frente a sólo 2 rechazos.
Juncker recordó en rueda de prensa que ya ha habido otras situaciones en la historia de la UE en las que algunos Estados se han encontrado aislados frente a una mayoría y han terminado por cambiar su posición, como fue el caso de Dinamarca que rechazó inicialmente el Tratado de Maastricht e Irlanda, que dijo no a Niza en primera convocatoria.
Por ello, y aunque el voto de Luxemburgo no supone en sí mismo un cambio en el proceso marcado por los líderes de la UE sobre el tratado constitucional, es un paso cualitativo porque ahora ya son más los que han ratificado que los que no lo han hecho.
Además, puede dar confianza a otros Estados miembros que por el momento han decidido posponer sus ratificaciones, a los que Juncker no quiso dar consejos.
En la cumbre del 17 y 18 de junio, los líderes de la UE decidieron iniciar un "periodo de reflexión" y se dieron cita en el primer semestre de 2006 para reconsiderar "la continuación del proceso".
Aunque ese camino no se va a variar por el "sí" luxemburgués, este resultado supone un cambio en la tendencia negativa y un asidero al que agarrarse para los que aún ven posible la ratificación del tratado por los 25 Estados miembros.
Así lo señaló Juncker, que afirmó que el "claro" apoyo de los luxemburgueses, tras el doble "no" de franceses y holandeses, "nos permita mantener el tratado constitucional en la agenda de la Unión".
Un poco más prudente se mostró el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que señaló que, a pesar del "sí" de Luxemburgo, "el futuro de la Constitución es incierto" e insistió en la necesidad de una "reflexión profunda sobre el futuro y la finalidad de nuestra Unión".
Además, el "no" ha conseguido un 43,48 por ciento de los votos, un porcentaje importante que hay que tener en cuenta, según admitió Juncker.
En los últimos días, el primer ministro luxemburgués había reconocido fallos en la información dada a la población sobre la Constitución Europea, sobre lo que representa y sus beneficios.
Es precisamente esa falta de comunicación con las poblaciones lo que más se ha echado en cara a los Gobiernos de los Estados miembros durante el proceso de ratificación del tratado Constitucional.
Esta acusación fue asumida por los líderes de la UE en la pasada cumbre de junio, en cuyas conclusiones señalaban la necesidad de abrir "un amplio debate en cada uno de los países miembros, que incluya a los ciudadanos, a la sociedad civil, los agentes sociales, los parlamentos nacionales y los partidos políticos".
El objetivo de ese proceso de reflexión iniciado en la cumbre de Bruselas es, por un lado, abrir un proceso que lleve a la ratificación de la Constitución por parte de los Estados que aún no lo han hecho, y, por otro, dar tiempo a Francia y Holanda para que cambien de opinión y decidan convocar una nueva consulta.
No hay que olvidar que para la Constitución entre en vigor, debe ser ratificada por los 25 Estados miembros de la UE y sólo contempla un "examen" de la cuestión en el caso en que "uno o varios" países no la hubieran ratificada frente a cuatro quintas partes (20) que sí lo hubieran hecho en un plazo de dos años.
Ese examen se hará en el primer semestre de 2006, momento en el que habrán ratificado el tratado al menos 15 países -Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, España (por referéndum), Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Eslovaquia y Eslovenia y Estonia-.
Pero faltarán ocho, -Dinamarca, Irlanda, Portugal, Finlandia, Polonia, Suecia, República Checa y Reino Unido-, entre los cuales están algunos de los más euroescépticos de la Unión.
