LA PAZ.- Una misión de observación de la OEA llegará el jueves a Bolivia, encabezada por el ex canciller argentino Dante Caputo, para analizar la situación de un país agobiado por pugnas políticas, regionales y étnicas, y enfrentado en torno a una Constitución estatista y autonomías con sesgo secesionista.
Caputo, hombre de confianza del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, llega a pedido del gobierno boliviano con el objetivo de monitorear una delicada situación política, en momentos de máximo distanciamiento entre el gobierno y seis prefectos rebeldes que, según dicen, han perdido la confianza en el presidente Evo Morales.
La oposición ha expresado sus reservas a la misión mediadora de la OEA.
"Nos parecería interesante tener seguimiento internacional, pero un seguimiento internacional confiable, no como el del secretario general de la OEA, que vino aquí a hablar sólo con el gobierno, se bajó del avión y dijo después del acuartelamiento de Sucre, donde hubo cercos en la Plaza Murillo, tres muertos y centenares de heridos, que todo le parecía normal", protestó el ex presidente Jorge Quiroga, cabeza de la oposición política.
Se refería así a la labor del chileno José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, quien visitó Bolivia tras las violentas protestas a finales de noviembre pasado en la sureña ciudad de Sucre.
En la actual crisis política, el gobierno del presidente Evo Morales ha hecho acercamientos para conciliar posiciones pero la oposición tiene reservas acerca de la franqueza de las intenciones del diálogo que invoca el Ejecutivo.
"A estas alturas creemos que es imprescindible la mediación de la Iglesia. Para ser muy francos, creemos que la única forma efectiva de sentar actores políticos, regionales, gubernamentales en una mesa, es mediante una convocatoria del cardenal (Julio) Terrazas, porque se ha incubado una gran desconfianza", opinó Quiroga.
Actualmente el país se haya enfrascado en un debate jurídico-político sobre la realización de referendos propuestos por el gobierno para validar una Constitución que la oposición considera ilegítima, y consultas de departamentos para otorgarse autonomías que el gobierno considera ilegales.
Las discrepancias entre el gobierno y los líderes civiles y prefectos de seis de las nueve regiones bolivianas están focalizadas en estos regímenes autonómicos a los que aspiran, algunos de ellos, como en el caso de Santa Cruz con marcado sesgo secesionista.
El estatuto autonómico de esa región, la de mayor desarrollo del país, pretende crear su propia policía y llevar su propio registro de ciudadanía, prescindiendo del poder central, según denuncia machaconamente el gobierno.
Además está como telón de fondo un irresuelto antagonismo entre los 'cambas' (ciudadanos de los sectores llaneros) y de los 'collas' de los Andes, que apoyan a Morales.
Por lo pronto, el Tribunal Nacional Electoral ha considerado nulas las convocatorias a estas consultas -previstas para mayo- aunque tanto gobierno como oposición buscan que los referendos se realicen.