MANILA.- El balance de víctimas de la tormenta tropical que azotó Manila, la capital de Filipinas, y varias provincias del país, provocando las peores inundaciones en 40 años, llegó a cien muertos, anunció el lunes el gobierno, que reconoció haber sido sobrepasado por la amplitud de la catástrofe.
En su último parte, el consejo nacional de coordinación contra desastres señaló que el número de desplazados por las lluvias torrenciales del sábado se eleva a más de 451.000.El anterior balance, comunicado por el gobierno este mismo lunes, era de 86 muertos y 435.000 desplazados.
Manila, ciudad de doce millones de habitantes en la que fue declarado el estado de catástrofe natural, fue inundada por lluvias torrenciales que cayeron durante nueve horas tras el paso de la tormenta tropical Ketsana.
El gobierno reconoció el lunes que había sido sobrepasado por la catástrofe, mientras los servicios de socorro, cuyas intervenciones son dificultadas por el lodo y el agua estancada, se esfuerzan por cumplir las tareas más urgentes.
"Nos concentramos en las enormes operaciones de socorro, pero el sistema ha sido sobrepasado, las autoridades locales han sido sobrepasadas", declaró el responsable del centro de coordinación contra desastres, Antonio Golez.
"Teníamos la costumbre de intervenir en una ciudad, en una o dos provincias, pero esta vez unas tras otras fueron pidiendo ayuda. Los medios materiales y humanos fueron repartidos de manera insuficiente", agregó.
El sábado, el nivel de las aguas alcanzó hasta seis metros en algunos lugares de la capital.
La desolación reina ahora en varios barrios de la ciudad, cuya superficie fue cubierta en un 80 por ciento por las aguas, según la Cruz Roja. Dos días después del paso de la tormenta, algunos barrios siguen estando inundados y hay todavía habitantes bloqueados en los pisos altos de las casas, según la televisión local.
Refugiados en campamentos improvisados, los siniestrados carecen de alimentos, de agua, de ropa, recalcaron autoridades locales.
"Esperamos la llegada de un poco más de ayuda. Tratamos de movilizar nuestros propios medios, pero necesitamos mucho más", dijo a la AFP Armando Enday, intendente del pueblo de Bagong Silangan, donde se refugiaron unas 3.000 personas.
"No tenemos ni dinero ni familia. No sabemos qué hacer. Esperamos ayuda en alimentos", declaró a la AFP Edgar Halog, chófer de autobús cuya casa fue destruida.
El gimnasio donde los refugiados deben sentarse directamente en el suelo, sirve también de depósito de los féretros de once de las víctimas de la inundación.
El caos es agravado por el hecho de que los servicios de electricidad y teléfono siguen estando cortados en buena parte de la ciudad.
Mientras llegan difícilmente las informaciones sobre personas desaparecidas, muchos temen que el balance de víctimas sea aún más grave.