SANTIAGO.- Tiene 40 años y ya ha sido presidente de la Cámara de Diputados, alcalde y gobernador en Venezuela. Y ahora, busca arrebatarle la Presidencia a quien ostenta la hegemonía hace 14 años, el Mandatario Hugo Chávez.
Abogado y actual referente de unidad de la oposición del país, Henrique Capriles ha cimentado su crecimiento en las encuestas gracias a su discurso conciliador y moderado, que lo llevaron a vencer en las elecciones primarias.
Descendiente de judíos del gueto de Varsovia y biznieto de víctimas del campo de exterminio de Treblinka, se declara católico practicante y mantiene una postura en la que trata de alejarse de los radicales contrarios a Chávez.
Aunque no tiene problemas en reconocer la necesidad de mantener los programas sociales del actual Gobierno, es enfático en subrayar que una eventual administración suya abrirá la economía.
Experimentado y de casta acomodada
Capriles pertenece a la clase alta caraqueña. Por lado paterno, forma parte de una familia de dueños de medios de comunicación y empresas inmobiliarias, entre otros intereses, y por ala materna sus parientes poseen un importante complejo de salas de cine.
Si bien sus apellidos están asociados al poder empresarial, ha procurado desvincularse de una imagen elitista para captar simpatías entre los más desposeídos.
Pese a su juventud, cuenta con un grueso currículum. Ha sido gobernador de Miranda, estado que abarca parte de Caracas y uno de los más importantes del país, tras vencer en las urnas a Diosdado Cabello, uno de los delfines de Chávez y actual presidente de la Asamblea Nacional.
Fue dos veces alcalde del municipio caraqueño de Baruta y hace 14 años se convirtió en el presidente más joven de la desaparecida Cámara de Diputados.
Es militante del partido Primero Justicia prácticamente desde su fundación y se ha mantenido dentro de esta organización política que se ha erigido como una de las principales de la oposición desde 2000.
Paso por la cárcel
Sus detractores le acusan de "inacción" durante el ataque que sufrió la embajada de Cuba en Venezuela por parte de radicales antichavistas durante el golpe de Estado que sacó a Chávez del poder dos días en abril de 2002.
El entonces embajador cubano en Venezuela, Germán Sánchez, aseguró que Henrique Capriles, que en esa época era alcalde de la zona donde se encuentra la sede diplomática, no intentó evitar las agresiones y destrozos, que alcanzaron a automóviles e incluyeron el corte de luz y agua.
Aquellas acusaciones terminaron con su encarcelamiento por 119 días, pero luego fue exonerado de culpa. "Lamento que mi buena fe se convirtió luego en una película para llevarme a la cárcel", sostuvo.
Ha recorrido cerca de 300 pueblos con un discurso en el que no ha escatimado en críticas al Gobierno por la de inseguridad, la falta de productividad en el país, los problemas de educación y la corrupción, mientras se quejaba del desequilibrio de una campaña en la que el presidente podía conectar en cadena obligatoria a cualquier hora.
"Para mí el 7 de octubre es una tormenta perfecta, yo creo que están dadas todas las condiciones para que nosotros demos un paso hacia delante", aseveró.
