SANTIAGO.- De paso por Inglaterra estaba -por una investigación sobre el fenómeno de la globalización- cuando ese 16 de octubre de 1998, Scotland Yard por orden de la fiscalía arresta al ciudadano chileno Augusto Pinochet, en ese momento senador vitalicio y hacia atrás ex comandante en jefe del Ejército y ex presidente de Chile entre 1973-1998.
Circunstancia que gatilló dejar de lado este trabajo sociológico, e interesarse por completo en las implicancias socio-políticas que conllevaba tal incidente internacional y las razones locales y foráneas que no permitieron, en 17 meses, una salida al corto plazo y que dejara precedentes.

Esto llevó a escribir el libro "Britannia y un general" (LOM Ediciones), título que dedica a su padre, el autor de "Cabo de Hornos", y que entrega muchas luces para la élite política sobre actuales y eventuales desencuentros y deja la puerta abierta en otras materias.
De partida, Coloane reconoce ciertos resabios de la Guerra Fría entre las causales de una inoportuna (y fantasmagórica) respuesta ante el arresto de Pinochet en Londres, al analizar la Carta Fundamental de 1980, impulsada por el ex militar, que no vislumbra nexos con el marco legal internacional.
"La Constitución del '80 requiere modificaciones, pues fue hecha para un mundo de derechas e izquierdas, sin considerar los cambios y nuevas relaciones entre los Estados. No le permite funcionar como país moderno; fue diseñada para una coyuntura específica y estrictamente pensando en un mundo bipolar, acechado por la Guerra Fría. Nadie se imaginaba que el mundo soviético caería, hay una falta de perspectiva. La Constitución de 1980 restituye el país en lo adminstrativo, pero carece en el fenómeno de globalización. Se busca más el encierro que salidas, tampoco contempla el fin del mundo bipolar e impide a los órganos del Estado funcionar tanto independiente como colegiados, como un cuerpo", afirma el autor.
De algún modo eso lo apreciaban los ingleses en las diferentes posiciones del Poder Legislativo...
"Ellos naturalmente vieron un Estado fragmentado, un aparato estatal con dos opiniones sobre el mismo tema. El diario
The Guardian, que es laborista, veía que en el caso Pinochet pesaba más la cosa interna, haciendo caso omiso a las perspectivas mundiales. La derecha en Chile llevaba 10 años fuera del poder, tras 17 de participar. La Constitución del '80 es inoperante, porque además no permite la alternancia en el poder, y ello lleva a una situación desesperada por acceder al poder. Sólo importa quién está en el poder".
También hay que considerar la actitud de Inglaterra ante el entorno...
"Para el gobierno laborista era una carga pesada tener a Pinochet, venían elecciones en ese tiempo, pero también nunca han sido del todo buenas las relaciones con España, cuyos tribunales habían pedido la extradición del detenido. Pasaba algo extraño, porque primero le reconocen la inmunidad y luego la Cámara de los Lores la deniega. Era más que un simple arresto por tal delito".
Además, ¿qué tanto le interesaba a Londres mantener buenos lazos con Santiago?
"Muy poco. Ellos operan en función de sus realidades constitucionales, si llega una orden de arresto la cumplen y punto, lo mismo con la liberación, que debe haber sido la operación más rápida del mundo. Otra norma legal no les interesa, por algo insisten en negar la transformación de la libra al euro, ni tampoco buscan sentar una piedra angular en Derechos Humanos".
¿Cuál es su visión del accionar del gobierno?
"Tengo una visión benevolente, aunque crítica. El problema es del Estado, sus elementos constituyentes, judiciales, ejecutivos, legislativos y el Consejo de Defensa del Estado (CDE). En el momento del arresto, el CDE no hizo nada, el Estado aparece fragmentado; en lo legislativo priman las tendencias internas, hay división, no se pudo plantear una postura única. No hay una preocupación por la seguridad nacional, pasan 17 meses del arresto, y después el CDE realiza una acusación constitucional contra Pinochet para lavarse la cara frente a la historia".
Muy distinto, en el tema internacional, a cómo lo afronta Estados Unidos...
"En Estados Unidos, por ejemplo, respecto de Cuba si deciden sancionar a la isla se cierra el bloque legislativo en un foco, igual ante los acuerdos comerciales con China. Se trabaja una política global; Estados Unidos lo demuestra al no sancionar a Clinton por el incidente con Lewinsky, hay una política de Estado, que en Chile no existe. No fue posible en 17 meses lograr una acción conjunta. Obviamente que la situación del arresto mostró las debilidades del marco constitucional, legislativo y los acuerdos para la transición".
Un avance ¿pasaría por reformas constitucionales?
"La agenda de Chile requiere una reforma a la Constitución, como también terminar con la política de los acuerdos, la mesa de diálogo y las reparticiones de las cuotas de poder, porque no terminan la transición (...) Chile requiere una cohabitación como en Francia, con Chirac y Jospin, en ese momento va a ser posible el fin de la transición ¡Ojo, que se vienen las elecciones municipales y parlamentarias! La Constitución debe ordenar parámetros de funcionamiento entre los poderes, imagina que ahora hay una disputa entre los diputados y los jueces (por la acusación constitucional al ministro Luis Correa Bulo)".
El libro cuestiona la llamada "política de los acuerdos"...
"No existe cierre de transición por decreto. No creo en la función de la mesa de diálogo, porque hay un acto de intermediación en el tema de los Derechos Humanos, entre el rol de los políticos y el Ejército. Hay que sentarse a conversar también con las víctimas, si consideramos que el país se paralizó, hubo una semiguerra; se debe tener una nueva referencia con los militares retirados ya del poder".