HOUSTON.- Una batalla tan gigantesca como el estado de Texas comienza esta semana cuando la ex modelo de la revista Playboy, Anna Nicole Smith, va a los tribunales para conseguir la mitad de la fortuna multimillonaria de su esposo, quien falleciera en 1995 a los 90 años.
Los abogados comenzarán los alegatos el jueves en una demanda en la que la voluptuosa Smith dice que el magnate petrolero Howard Marshall le prometió, después que se conocieron en un cabaret de striptease de Houston, dejarle la mitad de su fortuna de US$1.600 millones si se casaba con él.
Smith, que entonces era una bailarina desnudista de 26 años, aceptó y afirmó haber vivido felices 14 meses de matrimonio antes de que muriera su nonagenario esposo en agosto de 1995.
Pero el hijo adoptivo del difunto, Pierce Marshall, de 61 años, cuestiona las afirmaciones de Smith diciendo que su lujurioso pero debilitado padre bañó a su joven esposa con millones de dólares en regalos, pero nunca la incluyó en ninguno de sus seis testamentos.
Se espera que él y sus abogados argumenten que Smith es una mujer interesada que sacó ventaja de un anciano para conseguir dinero.
Por su parte, el abogado de Smith, Tom Cunningham, dijo al diario "Houston Chronicle" que nada podría estar más lejos de la verdad. "Esto no se trata de una buscafortunas absorviendo dinero. Es sobre una relación que era muy profunda", aseguró.
En 1999, Smith apretó en un juzgado de quiebras de Los Angeles una foto de su esposo en silla de ruedas y dijo que él le propuso matrimonio repetidamente después que se conocieron en 1991 en el Rick's Cabaret, el club de striptease de Houston donde sus generosas curvas la hicieron muy popular.
Agregó que el hombre estaba tan ansioso por casarse que le ofreció la mitad de su fortuna, según aseguró.
"Esta era una de las maneras en que quiso apresurarme y me casé con él. El me amaba y yo lo amaba", dijo Smith a la corte.
Pero Smith, que fue la modelo del año de "Playboy" en 1993 y actualmente, a los 32 años, es una modelo y esporádica actriz de cine, reconoció que no tenía nada por escrito de Marshall ni sabía de nadie que hubiera escuchado sus millonarias promesas amorosas.
