SANTIAGO.- Son 12 años de existencia del Gran Circo Teatro, los mismos en que sus miembros -encabezados por Andrés Pérez- han ido redescubriendo Santiago ¿Motivos? Fundamentalmente la búsqueda de espacios donde expresar sus técnicas de teatro, danza y música.
Es así como Pérez y compañía lograron de parte del Ministerio de Vivienda y Bienes Nacionales un comodato por dos meses de una superficie de 6 mil metros cuadrados en Matucana 100 (dos bodegas y un patio), muy cerca de "las performance de los '80 que realizaron, entre otros, Vicente Ruiz", recuerda este prolífico director de obras como
Nemesio Pelao,
La Orestíada y
Madame de Sade.
"Había visto La Perrera, pero se la pasaron a concesión por 15 años a un grupo de arquitectos y, a su vez, se la pasaron a unos artistas. Había un sitio vacío en Recoleta, pero hay un problema de propietarios y le conté todo eso al Seremi de Bienes Nacionales; otra búsqueda ha sido qué pasa con las escuelas y los hospitales que se dan de baja, porque detrás la búsqueda de espacio deben haber casas de cultura. Creemos que esto puede ser una célula de cómo se pueden emplear los sitios patrimoniales", sostiene Andrés Pérez.
Y ahora, a días de debutar en estos ruines galpones del sector de Estación Central con cinco montajes -más el Butoh con
Torre de viento-, el multifacético actor, director y dramaturgo habla de su nuevo desafío: crear un centro cultural dirigido por los propios gestores de arte (o sea, Pérez junto a Ramón Griffero y Horacio Videla) que, en una inversión global, requiere de un millón de dólares.
¿Azar o voluntaria opción por este galpón abandonado?
"Me gustaría que fuera así: una azarosa y feliz coincidencia producto de una tenacidad, tozudez, de todos los artistas que han integrado en Circo Teatro; soy el director desde hace 12 años, y desde sus orígenes, en 1988, fue creado con un cierto aire de búsqueda, y aunque muchos han formado otras compañías, han mantenido ciertos ideales".
Gran Circo Teatro es sinónimo de variedad de lugares para trabajar, ¿tiene que ver más con las temáticas abordadas que con la falta de espacios?
"Las dos cosas. Nos gustan los espacios no convencionales de teatro, me gusta descubrir nuevos lugares, desde que hacíamos teatro callejero; pero también es cierto que en estos 12 años de existencia se han acumulado vestuario, escenografías, cocinas, cosas que tienen que ver con librerías, con nuestra alimentación y todo eso está repartido por patios, piezas... un container, una parcela, y ya se hacía necesario juntarlas en un lugar".
Y tiene una filosofía Andrés Pérez sobre lugares abandonados: "El terreno baldío de una ciudad es como el espacio teatral libre a la imaginación de cada ciudadano, y eso nos pasa con los espacios no convencionales, nos gusta descubrirlos, intervenirlos y ver cómo se puede revivir a esos personajes teatrales, fantasmales, en eso también hay algo de ilusión".
En el Festival Teatro a Mil se presentarán cinco obras tuyas, ¿sientes alguna responsabilidad o representación local en esta cita?
"La verdad que no, estoy preocupado de limpiar, ordenar esto; es un momento bien especial, delicado, peligroso, porque voy a ver quiénes realmente me circundan van a venir aquí, pues no hay horarios, puedo decir que los ensayos son las ocho y media de la tarde y los actores van a llegar. Pero no sé del público, estos momentos son delicados, cuando se arma un teatro, una gira, son momentos en que hay que cerrar filas".
Tu interés, entonces, va por la concreción de este centro cultural.
"Claro, porque afortunadamente cada una de esas obras está en mano de actrices, actores, fabulosos; ya trabajé con ellos y esa es su labor: conservar aquello, y como son talentosos, profesionales, no me preocupo".
¿De qué depende que los dos meses de comodato se prolonguen?
"Que funcione, a ver qué haría yo... que funcione, que logre convocar gente, ya se ofreció el grupo
Los chamulletos a colaborar musicalmente, hay gente de otras compañías, bailarines que vinieron. Convocatoria este grupo tiene... es la mejor visión; la otra es cerrada, que funciones como ellos quieren, pero eso no va a ser. El punto central de nuestro objetivo: aquí pueden haber varios edificios, acrílico, acero, subterráneos, todo, pero nuestra intención es que el lugar sea administrado por los artistas, los que hacemos teatro, danza, música. Que desde nuestra gestión cultural surja la administración, diferencia fundamental de cómo se ha manejado el Centro Cultural Estación Mapocho".
Entre las obras de Andrés Pérez que se montarán en Matucana destaca
La huida, escrita en 1974 y que, ahora, renace "mucho por el azar", como explica su autor.
"Soy un director que trabaja mucho con el azar. En este caso, Marco Antonio de la Parra me ofreció dirigir una obra de él, que se llama
Las costureras, pero son ocho roles de mujeres, pero dejo a los hombres cesantes. Pienso sería bueno encontrar una obra con puros hombres, y me acuerdo de
La huida, escrita el '74, y uno de los actores del Gran Circo Teatro dice que quiere trabajar más en el
clown, no le interesa el drama, el Yuri, se junta con Erto Pantoja, gran amigo, todo se va dando y se da el proyecto
El cuerpo de Chile, mirada de dos autores, obra con hombres y otra con mujeres".
¿Qué expectativas tienes con una obra escrita hace dos décadas y que habla de la homosexualidad?
"Se da la casualidad que, el año pasado, Alfredo Castro toca tangencialmente en
Patas de perro el tema de la represión en un período de la historia de Chile; a (Pedro) Lemebel le van a estrenar unos monólogos adaptados al teatro, que habla del tema homosexual también... no sé, como que los artistas tenemos antenas o somos los hacedores, a través de nuestro oficio, de lo que la sociedad quiere discutir en ese momento".