VIENA.- El Museo Leopold de Viena muestra a partir de hoy la mayor y más importante colección del mundo de arte moderno austriaco y de su gran pintor Egon Schiele en una exposición permanente.
Este tesoro artístico fue reunido por el oftalmólogo austriaco, Rudolf Leopold, de 76 años, que comenzó de cero y con grandes dosis de audacia y pasión.
Su buen instinto le llevó a comprar pieza a pieza, durante décadas, obras de artistas, en muchas ocasiones poco o nada valoradas en ese momento.
Tal fue el caso de Schiele y Gustav Klimt, consideradas entonces en el linde entre la pornografía y el "arte degenerado", según la expresión acuñada por los nazis.
La colección tiene, entre sus 5.266 obras, numerosas pinturas de Oskar Kokoschka, la mayor reunión de obras de Albin Egger-Lienz y de Anton Faistauer, e importantes selecciones de piezas artísticas de Anton Kolig, Richard Gerstl y Josef Dobrowski.
Asimismo, reúne pinturas, dibujos, gráficos, muebles y vasijas, y también de piezas artísticas de uso cotidiano de Otto Wagner, Adolf Loos y Joseph Hofmann.
Por el momento sólo se pueden ver 600 pinturas, 400 gráficos y 300 objetos artísticos diversos, debido a que aún no han concluido las obras del edificio que alberga el museo, que arrastran un retraso de medio año.
La colección se ha resentido de las recientes restituciones de obras de arte confiscadas por los nazis a sus propietarios judíos.
Una de ellas, "El retrato de Wally", de Schiele, ha sido retenida en EE.UU. en espera de un juicio que determine si procede su entrega a los demandantes.
Los Leopold, Rudolf y su mujer Elisabeth, habían tenido las obras amontonadas en su casa hasta que en 1994 crearon la fundación que lleva su nombre.
El Estado austriaco las compró por el equivalente a 147 millones de dólares, a plazos hasta el año 2007, y hoy en día su valor real se calcula en 527 millones de dólares, con tendencia al alza.
La compra de esta colección fue "uno de los principales actos de política cultural de la República" y, sin embargo, "es increíble lo poco que se la conocía", recuerda el entonces ministro de Ciencia, Erhard Busek.
La exposición da la oportunidad de comprobar el vasto y valioso legado artístico austriaco, integrado, entre otros, por "La mujer recostada", creada por Schiele en 1917 y quizá la pintura más relevante de la exposición.
Leopold comenzó su colección hace más de medio siglo cuando para comprar un cuadro de Schiele tuvo que vender su automóvil.
Este fue un acto de extrema audacia financiera y artística pues las obras de desnudos del pintor, del que había sido gran entusiasta la alta burguesía ilustrada judía extinta en Austria en aquellos años inmediatos a la II Guerra Mundial y al holocausto, eran considerados perversos.
La mala fama de Schiele no amilanó a Leopold, quien dice haber "reconocido pronto la importancia" del artista y siguió adquiriendo obras cada vez que los bancos le daban créditos, que devolvía, a medida que crecían sus deudas, con la venta de otras piezas de su colección.
El museo, construido con cal y conchas traídas de Bulgaria, un material claro que crea recintos luminosos, ya es con sus 12.600 metros cuadrados una de las principales atracciones del Barrio de los Museos de Viena.
Este "barrio" situado en el centro de la capital, es el más amplio complejo museístico de Europa y uno de los mayores del mundo con 60.000 metros cuadrados.
La curiosidad que despierta es tanta que incluso el Primer Ministro finlandés, Paavo Lipponen, insistió en verlo, pese a que aún no estaba acabado.
Fue el propio Leopold quien guió a Lipponen entre las salas aún semivacías, privilegio del que pudo disfrutar en la clandestinidad y alevosía de un domingo por la noche, pocas horas antes de comenzar una visita de trabajo a Austria este mes.
El Museums Quartier (MQ), nombre en alemán del Barrio de los Museos, fue inaugurado el pasado 28 de junio tras más de veinte años de discusión pública, diez de planificación y tres de obras.