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Nicaragua pierde a uno de sus máximos exponentes literarios

En la noche de ayer falleció a los 89 años una de las figuras prominentes de la literatura nicaragüense, el escritor y académico Pablo Antonio Cuadra Cardenal a causa de un paro respiratorio.

03 de Enero de 2002 | 12:11 | Agencias
MANAGUA.- Con la muerte del poeta y académico nicaragüense Pablo Antonio Cuadra Cardenal las letras hispanas pierden a uno de sus máximos exponentes, quien supo difundir la cultura de su país por todo el mundo.

Pablo Antonio Cuadra falleció en su casa la noche de este miércoles a los 89 años, a causa de un paro respiratorio, informaron fuentes de la prensa local.

Cuadra era una de las figuras prominentes de la literatura nicaragüense como poeta, crítico de arte y ensayista.

El poeta nicaragüense irrumpió en la literatura en 1934 con el libro "Poemas nicaragüenses", un resumen de la poesía de vanguardia en Nicaragua, que fue creada por un grupo de sus amigos años antes con el manifiesto "Anti-Academia de la Lengua".

Junto a otros renombrados escritores de su país, fue iniciador en 1931 del movimiento literario de vanguardia que rompe con el modernismo, cuyo principal exponente era Rubén Darío.

Desde 1953 y hasta el año 2000, Cuadra fue subdirector y director del diario La Prensa, el más antiguo de Nicaragua y uno de los de mayor circulación en la actualidad.

En 1966 recibió el premio Rubén Darío por su libro "Poesía".

Autor de incontables obras, Pablo Antonio Cuadra dedicó gran parte de su producción literaria a exaltar las bellezas de la geografía de su país y la identidad cultural de su pueblo.

Entre sus obras destacan: "Poemas nicaragüenses" (1934); "Canto temporal" (1943); "Libro de horas" (1944), "Cuaderno del Sur"; "Esos rostros que asoman en la multitud"; "Hacia la Cruz del Sur" (1936); "Breviario Imperial" (1940); "Promisión de México" (1945); entre otras.

A su muerte, Cuadra era miembro directivo de la Academia Nicaragüense de la Lengua a la que se integró en 1943.

En los últimos tres meses, la enfermedad respiratoria del escritor se
agravó por lo que fue necesario mantenerlo con oxígeno y alimentarlo por vía intravenosa, informó el secretario de la Academia, Francisco Arellano.

El poeta se había negado a estar recluido en un hospital y a recibir tratamiento alguno, porque prefería permanecer sus últimos días al lado de su familia.