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Los grandes del surrealismo vuelven a París después de 30 años

Wifredo Lam, Roberto Matta, Joan Miró, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Man Ray entre otros conocidos artistas, poetas, cineastas y escritores surrealistas forman parte de una extraordinaria exposición, "La Revolución Surrealista", inaugurada hoy en el Centro Pompidou en París.

06 de Marzo de 2002 | 10:14 | EFE
París.- Las grandes obras de Breton, Picasso, Miró, Magritte, Max Ernst y sus amigos surrealistas volvieron a reunirse en París, por primera vez en más de 30 años, gracias a la exposición "La Revolución Surrealista", inaugurada hoy en el Centro Pompidou.

Componen la muestra más de 600 piezas de más de medio centenar de artistas, procedentes de los fondos del propio Beaubourg, pero también de diferentes colecciones particulares y museos, como el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán, que prestó un fresco de Max Ernest, "Historia Natural" (1923), que junto con varias telas de De Chirico, preside la primera sala.

El título de esta exposición sobre uno de los movimientos "más considerables y más ricos en incidentes del siglo XX", como subraya su comisario general, Wermer Spies, toma su título de la revista "Révolution surréaliste" mediante la que el grupo hizo oír su voz públicamente.

Wifredo Lam, Roberto Matta, Joan Miró, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Domínguez, Giacometti, Man Ray, Masson, Tanguy, Bellmer, Brassai, Cornell, Duchamp, Manuel Alvarez Bravo, Georges Bataille, Paul Eluard, Picabia y Kafka son otros conocidos artistas, poetas, cineastas o escritores representados en las 20 salas de recorrido laberíntico instaladas a los efectos en el Centro Pompidou.

En ellas se dieron cita pinturas, esculturas, collages, películas, poemas, libros y cuadernos surrealistas, incluido su célebre "Manifiesto", así como y objetos de todo tipo que inspiraron al grupo, desde las máscaras y estatuillas africanas a las piedras semipreciosas, las muñecas, los amuletos indígenas o los animales disecados.

Todo para mostrar la "epifanía del shock", eje central de toda obra surrealista, cuyos motivos y temas se imponen brutalmente al espectador, tomado siempre por sorpresa y asaltado por múltiples preguntas ante enigmas sin respuesta, subraya Spies.

Los artistas más importantes del movimiento están presentes en la exposición a través de conjuntos monográficos articulados en torno a grandes temas, del "sueño" a la "noche", pasando por la "Ciudad", La "Historia natural", el "Erotismo" o la "Blasfemia".

La provocación surrealista perdió hoy parte de su capacidad de sorprender, pues sus postulados contribuyeron a fundar "nuestro modo de percepción e interpretación", pero sin esta ruptura consciente, estilísticamente reconocible, con el arte del siglo precedente, contaminadora del sentido y de la imagen, "no podrían comprenderse" las actuales instalaciones, vídeos, películas publicitarias, y otras experiencias interactivas, destaca Spies.

En el Centro Pompidou, la historia surrealista comienza con la década de los años 20, al final de la Primera Guerra Mundial, y concluye al inicio de la década de los años 40, con la Segunda Guerra Mundial, "catástrofe europea" que lleva al exilio a muchos artistas y que para analistas como Adorno hace que "los shocks surrealistas se vacíen de su fuerza".

Por ello, tras mostrar el esplendor del absurdo y de la aparente incoherencia, la exposición dedica su sección final al último capítulo surrealista, cuando ciertos miembros eminentes como Masson, Max Ernst, Lam, Matta y Breton se refugian en Estados Unidos, donde "el entendimiento colectivo se relaja", y desaparece también, precisamente, ese "lazo efectivo e indispensable" que fue París.

Momento que según intelectuales como el antropólogo Lévi-Strauss marca "la pérdida de cierta pertinencia sociológica" entre los surrealistas instalados en Estados Unidos, tierra de exilio en la que el descubrimiento de un paisaje desacostumbrado y de una sociedad desconocida "modifican la morfología" de su trabajo.

La capital francesa servirá de nuevo como teatro principal del surrealismo hasta el próximo 24 de junio, antes de que la exposición se traslade al Kunstasammlung notfthrin-Westfalen de Dusseldorf, donde se podrá admirar de julio a noviembre próximos