Mario Córdova
03/10/2003
El Teatro Municipal volvió a recibir el martes pasado la visita de la camerata instrumental Citta di Pratto, esta vez con un programa dedicado a Gioacchino Rossini y una jornada de más de dos horas.
La orquesta visitante dista bastante de ser una agrupación del gran primer circuito internacional. La conforman cuatro decenas de jóvenes italianos que buscan perfeccionarse a alto nivel. Bajo esa perspectiva debe recibirse su actuación, con innegables virtudes interpretativas, que quedaron de manifiesto ya avanzado su servicio. Ello, porque su conductor, Alessandro Pinzauti, vino a sacar lo mejor de los dirigidos recién en la obertura de "La cenerentola", el sexto número del programa. Esa pieza fue un exquisito confite, rico en matices y fraseos. La obertura de "El barbero de Sevilla" no estuvo a esa misma altura y la de "Tancredo" inicial fue el punto más bajo del programa.
Hubo diez números cantados, en los que se evidenció una clara intención de sacar máximo partido a las solistas, colocando a la mezzosoprano rusa Marianna Kulikova como la prima donna. Junto a una excelente figura esta artista posee enormes atributos vocales que afloraron en "Di tanti palpiti" de "Tancredo", en "Non piu mesta" de "La cenerentola" y, más fuerte aun, en "Una voce poco fa" de "El barbero de Sevilla", sin embargo su actuación se apreció siempre en un forzado afán de distanciarla del resto. Dentro de éste la segunda figuración la tuvo la soprano Silvana Dalla Benetta, en un par de dúos con la Kulikova y otro par de solos, muy bien cantados pese a su timbre demasiado incisivo y agudos bastante gritados.
En tríos, sextetos y un final de acto de "La italiana en Argel" aparecieron los hombres: un tenor, dos barítonos y un bajo, con excelentes voces, llegando a la máxima demostración de talentos en un trío de "El turco en Italia" y un sexteto de "La cenerentola", que hubo de ser repetido.
Este tributo a Rossini se percibió como una muy buena muestra musical de jóvenes artistas italianos, pero quedó flotando en el ambiente la ausencia de la participación solista de las voces masculinas, a quienes este compositor dedicó numerosísimos pasajes en sus óperas.