El talentoso multiartista bahiano publicó hace ocho años su autobiografía, pero recién en estas semanas podemos encontrarla editada en español.
Marisol García C. 3/3/2005
Curiosidades de la globalización:
Verdade tropical, la autobiografía de Caetano Veloso, apareció en Brasil el año 97, y generó tanto interés que al poco tiempo ya estaba traducida al inglés. Los críticos de Estados Unidos suelen referirse al cantautor bahiano como "el Bob Dylan de Brasil", una apreciación muy poco adecuada, pero que al menos ha servido para que crecientes grupos de estadounidenses se hayan ido interesando en uno de los creadores menos predecibles y más prolíficos de la cultura brasileña contemporánea. El libro salió y se vendió muchísimo.
Cineasta, narrador, poeta, pintor, activista político, productor de programas de televisión, padre y esposo, productor y arreglador de discos, cantautor de fama mundial. De cómo llega un chico de una familia sencilla de Bahía a convertirse en tal pulpo creativo habla, en parte,
Verdad tropical, el libro que los hispanoparlantes hemos debido esperar casi ocho años para conocer como corresponde. Generoso, Veloso ha convertido su primer libro de distribución internacional no sólo en un repaso de su vida acontecida, sino también en una estupenda introducción para la música popular brasileña (MPB). El lector aprenderá así del sonido con el que crecían los niños brasileños durante los años cincuenta (Orlando Silva, Francisco Alves, Arancy de Almeida) y la tensa relación que su generación tuvo posteriormente con el samba, un género que João Gilbeto vino a sacudir, barriendo —vía bossa nova— la postal brillante e institucionalizada de un género musical que ya poco les decía a los jóvenes.
—Un artículo describió entonces a João Gilberto como "el Elvis de Brasil". La comparación era casi en broma, pero resultaba muy sugerente para una mente brasileña [...]. El
revival del samba puesto en práctica por la bossa nova evolucionaba desde un refinamiento de gustos musicales influenciados por las mejores canciones estadounidenses de los años treinta y el jazz de los años cincuenta. Por el contrario, la esencia del rock era su rechazo a toda forma de sofisticación [...]. Mientras el rock era simplista y repudiaba la elaboración de un Porter o un Gershwin, en João Gilberto uno atestiguaba un impulso casi antitético: una continuación, más que una supresión, de la tradición musical.
Si la bossa nova fue un subgénero polémico, lo que Veloso y sus amigos comenzaron a fraguar a fines de la década de los sesenta tardó años no ya en comprenderse, sino en tomarse en serio. Un lector ya iniciado en la MPB entenderá a grandes rasgos de qué se trata el tropicalismo y cuáles son sus fundamentos. Pero
Verdad tropical aporta datos inesperados, y que sintetizan en una frase todo un mundo de referentes vitales para comprender mejor este movimiento de de vanguardia popular que combinó canción, política y plástica. Tan sólo a nivel geográfico, Veloso lo plantea así:
—El tropicalismo fue una afirmación de que Bahia era distinto a Río y a cualquier símbolo nacional del Brasil [...]. Recuerdo una frase que le solté a un periodista en 1967, en los albores del tropicalismo, y que Tom Zé luego usó en una canción alusiva al movimiento: "Yo soy bahiano y extranjero". Nosotros entendíamos que, para hacer lo que creíamos necesario, debíamos deshacernos del Brasil tal como lo conocíamos. Debíamos destruir el Brasil de los nacionalistas y pulverizar la imagen de Brasil exclusivamente identificada con Río.
El subtítulo de este libro es, por eso, muy preciso:
Música y revolución en Brasil. Por cierto que hay pasajes dedicados a las ideas políticas de la avanzada tropicalista (un grupo anticapitalista que, sin embargo, jamás quiso identificarse como "de izquierda") y las ingratas experiencias de Veloso en la cárcel y luego el exilio que le regaló la dictadura militar. Pero, por sobre todo, subyace en este relato la reflexión permanente de un hombre convencido de que el arte popular puede (y debe) cambiar el mundo. Por culpa de su prosa didáctica, uno podría olvidar que Veloso es un intelectual, y el lector debe prepararse para leer sesudas referencias a la
nouvelle-vague francesa, la poesía concreta, la filosofía de Deleuze y Wittgenstein, o la narrativa de Proust.
La vital
tropicalia fue subversión pura y dura, a cargo de un grupo de jóvenes que no estaba dispuesto a despreciar el rocanrol sólo porque fuese un producto "imperialista", pero, a la vez, sentía una responsabilidad casi moral hacia las raíces de la música brasileña. En esa explicación, nos adentramos naturalmente en el surgimiento de los talentos de Gilberto Gil, Chico Buarque, Maria Bethânia (su hermana), Os Mutantes, Tom Zé y Gal Costa. Hacia fines de los años sesenta, Caetano logra un silencioso triunfo personal:
—Entre mi grupo de amigos, ya no parecía tan extraño que te gustase João Gilberto y Ray Charles con la misma intensidad.
Comprender el puente creativo que se tiende entre uno y otro extremo es el principal regalo añadido a la lectura de
Verdad tropical, las memorias de un hombre que, sorprendentemente, esquiva en todo momento la valoración de su propio peso artístico:
—No pretendo subestimarme ni tampoco me avergüenza reconocer abiertamente el valor de lo que logro. Pero considero que mi sagacidad musical es promedio; a veces, bajo el promedio. Para mi sorpresa, he mejorado con la práctica. Pero nunca me he vuelto un Gil, un Edu Lobo, un Milton Nascimento o un Djavan. Si soy de algún modo capaz de de resolver una sintaxis musical, es sólo por virtud de esa otra inteligencia que me permite componer canciones relevantes. Por sobre todo, me descubro cantando, y es mi placer y creciente competencia como cantante lo que me sigue proveyendo de una justificación para permanecer en esta carrera.
Y no estar de acuerdo con una afirmación así, no significa que uno pueda dejar de leer la vida de Veloso, según Veloso.