Gilberto Ponce
El sexto concierto de la Orquesta Filarmónica de Santiago fue una clara demostración del alto nivel musical alcanzado por el conjunto del Teatro Municipal. En esta ocasión fue dirigida por el joven y talentoso Rodolfo Fischer, con obras de Andrés Maupoint, Piotr Ilich Tchaikovsky y Jan Sibelius.
"Árbol Deshojado" de Andrés Maupoint, (chileno, nacido en 1968) es una breve e interesante obra, muy bien orquestada, con un lenguaje a veces atonal, con fuerte influencia impresionista. Su serena y sugerente melancolía, no cesa de evocar imágenes o sensaciones, encontrando en Fischer y sus músicos, intérpretes de gran categoría. El director, con pulso y gesto claro, extrajo inteligentemente los valores presentes en la obra.
En reemplazo de Akiko Suwanai, la famosa violinista japonesa, escuchamos a su compatriota Shunsuke Sato, de sólo 21 años y dueño de un interesante currículo, quien interpretó el famoso y difícil Concierto para Violín y Orquesta de Tchaikovsky.
El solista es poseedor de una gran técnica, bello sonido e impecable afinación, restándole sólo la madurez que dan los años para otorgar a su interpretación el peso musical requerido por una obra como la del autor ruso.
Consideramos que desde la cadencia del primer movimiento, Sato se sintió lo suficientemente cómodo para rendir en estupenda forma. La melancolía introspectiva del segundo movimiento, sutilmente acompañado por la orquesta, y el desenfreno del tercero, mostraron la potencialidad del juvenil violinista, quien contó en todo momento con el certero Fischer, en una dupla memorable. El público respondió a la electrizante interpretación con largas ovaciones, que obligaron a un encore, donde Sato interpretó con maestría a Bach.
Es interesante haber conocido a este intérprete en los inicios de su carrera, por la posibilidad de escucharlo en algunos años más para así aquilatar los avances que sin duda tendrá.
"La Expresión transformada en Arte", podríamos titular la interpretación de Fischer para la Primera Sinfonía en Mi menor Op. 39 de Sibelius.
Considerando que el material creado por Sibelius ofrece múltiples lecturas, debido a la gran cantidad de mensajes abiertos en la sinfonía, Fischer nos transporta desde la más profunda introspección, hasta las imágenes solemnes de los paisajes nórdicos, pasando por la fuerza arrolladora de pasiones y sentimientos patrióticos.
Los cambios dinámicos, los accelerandi o ritardandi, las articulaciones y fraseos de una orquesta en una de sus mejores tardes dieron cuenta de una estupenda interpretación. A esto debemos agregar el hermoso sonido de las cuerdas, el brillo de los bronces y la musicalidad de las maderas. Y aunque generalmente no se menciona, señalaremos la factura impecable del timbalista (Miguel Zárate).
Una pregunta que circulaba entre el público, ¿porqué un director de tal calibre, y chileno, no se presenta con más frecuencia en las temporadas de nuestro país?