Lo vio tocar y se lo llevó a Río. Ahora los planes del brasileño son residir en Chile, el jazz y rearmar con Pérez su banda pop.
Íñigo Díaz
Lo primero que hacía en la mañana el chileno Andrés Pérez era cruzar descalzo la Avenida Atlántica carioca y zambullirse en el mar de Copacabana, beber agua de coco y regresar al departamento sesentero del piso nueve que Ed Motta arrendó para él.
Cuatro meses atrás, Pérez tocaba el saxo tenor con el Contracuarteto (ensamble jazzístico para el que escribe sus composiciones). La actuación coincidió con la segunda visita de Motta a Chile. Y aun cuando sólo lo vio tocar a través de un video, recuerdan que su primera reacción fue "quiero a este saxofonista en mi banda". Al día siguiente Pérez estaba en la banda y en el concierto. Horas después partió con el contingente brasileño a Río para integrarse a las grabaciones de
Aystellium, el último álbum del artista carioca.
"Todo pasó muy rápido, desde mi llegada y los serios problemas que tuve con el sindicato de músicos brasileños que no querían a un chileno en el circuito, pasando por la grabación del disco y los shows, hasta la comunicación en permanente portuñol. Estuve cuatro meses y ahora de vuelta en Santiago esperando la venida de Ed", cuenta Pérez.
"La venida de Ed" es un hecho. El cantante quedó muy sorprendido con Santiago y la nutrida escena del jazz. "Motta no podía entender que en Río no lo dejaran tocar jazz más abiertamente. Claro, los brasileños tienen mucha música propia y el jazz no los convence totalmente", dice el saxofonista favorito del "Stevie Wonder de Brasil".
Motta ajusta sus planes para radicarse en Chile por un lapso no determinado. Reagrupará su conjunto pop, quiere grabar otro disco y seguramente convocará a jazzistas para un trío acústico donde, obviamente, él será el pianista. Pérez es número puesto en su banda. Y mientras espera esa venida, se desdobla tocando para la Universal Orchestra (de Juan Azúa), el jazztet La Tropa (de Roberto Lecaros), el grupo Feria, y su más importante proyecto, el Contracuarteto.
Sucesos como éste son parte del resultado de diez años de trabajo de la Conchalí Big Band, orquesta donde fue formado Pérez (bajo la mirada de Carmelo Bustos) y que hasta hoy sigue lanzando músicos.
Tras la batuta del trompetista Gerhard Morninghew aparecieron también el tenorista Agustín Moya, uno de los jazzers del momento y a punto de lanzar el disco
Doble viaje; el trombonista Marcelo Maldonado, quien sorprendió tocando junto al trío de Carlos Silva en 2004, y el estupendo altoísta Cristián Gallardo. Si hasta una gira europea y un documental especial (que está en cartelera en el Cinearte Alameda) cuenta esta big band en su currículum desde 1994.
Excentricidades
Pero lo que realmente tiene a Pérez y al entorno muy expectantes es el proyecto de residencia de Ed Motta, un músico superior, pensante y sensible, que además llega con sus "excentricidades" e interesantes variantes: colecciona pianos eléctricos antiguos (Rhodes, Hammond, Clavinet), tiene una discoteca personal de 30 mil títulos, escribe críticas de teatro, vino y gastronomía en ediciones de O Globo y programa una radio smooth jazz en los vuelos de Varig, "aunque de repente pone free jazz y los pasajeros quedan absolutamente enloquecidos", festina Pérez. Ojalá queden igual de enloquecidos los chilenos al verlo tocar.
La banda
En el fútbol es típico que los entrenadores reclaman cuando los dirigentes les arman los equipos. En este caso vamos a especular tal como esos encorbatados que jamás han vestido de corto.
Cuando Ed Motta se instale en Santiago comenzará una ronda por clubes y escenarios del jazz y el pop para enterarse del "quién es quién" en el circuito. A través de estas líneas le proponemos una serie de músicos jóvenes para suplir en parte la magnífica banda psicodélica y soulera que grabó
Poptical. A saber: Carlos Cortés es el baterista más groovero del momento. Toca bop con Cuturrufo y David Pérez, pero su toque "negroide" va para adelante. Si hasta una cabellera afro luce tras los platillos.
Eduardo Peña es un veinteañero bajista eléctrico (sideman de Rossana Saavedra). Tiene una estupenda aproximación al fondo jazz-funk. Ariel Pino (cerebro de Alüzinati) conoce muy bien los viejos pianos Rhodes o Hammond, mientras que el trompetista Jonathan Muñoz (de LaMonArt) y el tenorista Max Alarcón (de Electric Voodoo) podrían acompañar muy bien a Andrés Pérez en la sección de bronces. Para voces de apoyo está la misma Rossana Saavedra, más Cristina Araya (frontwoman de Feria) y una joven cantante que va a dar que hablar: Loreto Canales.