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Adiós al más chispeante payador chileno

Uno de los mejores exponentes del canto popular chileno murió el lunes en Santiago, a los 59 años, tras una vida cruzada por el canto y el drama en partes iguales. Benedicto Salinas fue uno de los hombres que elevó la estatura de la paya en Chile, pero debió enfrentar la muerte de tres de sus familiares, entre ellos su mujer y su hijo, en plena dictadura. "El Piojo llevaba por dentro un tremendo dolor. Y su defensa era la talla", dicen hoy sus compañeros de ruta a la hora de la despedida.

19 de Febrero de 2008 | 18:21 |

Hace tres años la suya fue una de las voces que se sumaron en muchedumbre a la despedida del folclorista Nano Núñez en el Cementerio Metropolitano de la capital. Esta vez el adiós es en su homenaje. El pasado lunes 18 de febrero murió en Santiago el cantor, compositor, guitarrista y payador Benedicto Salinas, el hombre que se inscribió entre los más grandes cultores de la paya en Chile con su nombre familiar y popular: el Piojo Salinas.


Y es una despedida entre muchos amigos. Desde sus hijos e hijas Mirna, Yorka, Víctor, Benita y Vicente Salinas y su compañera Loreto Salas hasta cantantes como Pedro Messone, trovadores como Raúl Acevedo y una mayoría de payadores como Jorge Yáñez, Pedro Yáñez, Cecilia Astorga, Guillermo Bigote Villalobos, Alfonso Rubio o Manuel Sánchez acompañarán a Piojo Salinas en la sede de la CUT (Alameda 1346) hasta su funeral, este jueves 21 en el cementerio Parque del Sendero de la capital. "Había muchos cantores y hacía falta una guitarra", dice Pedro Yáñez, poco después de entonar a su turno unos versos a modo último saludo a su compañero.


El próximo 30 de junio Benedicto Salinas Jiménez iba a cumplir sesenta años. Había empezado a cantar a los quince, recuerda su hija, Mirna, a propósito de una carrera en la que su padre se dedicó a llevar las canciones populares y la paya por escenarios tan distintos como los de las peñas folclóricas de los años '60 y '70, las revistas de una boite como el céntrico Bim Bam Bum en el Teatro Ópera o los festivales y encuentros que protagonizó con el histórico elenco de payadores formado en 1980 junto a Santos Rubio y a Pedro y Jorge Yáñez, con los que Piojo Salinas llevó también este arte a un nuevo público.

La paya en los escenarios

Salinas se inició en la música como parte del movimiento folclórico surgido en Chile a comienzos de los años '60. Pasó un tiempo por el pionero conjunto Millaray, según recuerdan algunos cantores cercanos, y un primer escenario fue la precursora Peña Chile Ríe y Canta creada por el hombre de radio René Largo Farías en 1965.


-Él recopilaba canciones folclóricas humorísticas, pero su fuerte era la paya. Y al acercarme al alero del Piojo Salinas sufrí harto, porque me hacía pebre -sonríe el actor, cantor y payador Jorge Yáñez, que aprendió de Salinas ese oficio-. Al principio me hacía bolsa. Después aprendí a payar y nos trenzábamos. No era fácil medirse con el Piojo Salinas. Era incisivo. Iba al choque.


-Piojo utilizó además sus condiciones de payador no sólo para improvisar décimas, sino también canciones -agrega el cantor y payador Pedro Yáñez, que coincidió con Salinas en la aludida Peña Chile Ríe y Canta hacia 1969-. En el año '72 ya empezamos a payar juntos, pero no se alcanzó a formar una agrupación fuerte. Vino el Golpe (militar de 1973) y tuvo que aparecer después, en el '80.


Ese elenco fue el de la Agrupación Críspulo Gándara, el grupo de payadores formado en 1980 por Santos Rubio, Piojo Salinas, Pedro Yáñez y Jorge Yáñez, además de los más jóvenes Alfonso Rubio y Roberto Peralta, y que dio un nuevo impulso a este oficio.


-El Piojo era muy picaresco -recuerda el payador y guitarronero Alfonso Rubio, hermano menor de Santos Rubio-. Él fue pícaro por naturaleza, y sus payas tenían que ser así, era natural. Le brotaba como el manantial. Lo bonito es que son picardías diferentes. El Santos tiene esa picardía campesina, en cambio la paya del Piojo es santiaguina, entonces se afiataban muy bien.


Ese elenco aumentó el alcance de la paya hacia una audiencia mayor gracias a sus actuaciones en teatros y encuentros, a partir de una temporada en el céntrico Teatro Ópera de la capital y luego en el Festival del Folklore de San Bernardo. Además Piojo Salinas actuó en programas de TV como "Chilenazo" en los años '80, pero al mismo tiempo era un opositor a la dictadura.


-Hicimos una gira por Chiloé en que se nos cerraban las puertas en todas partes -recuerda Jorge Yáñez-. No nos recibieron ni en Quellón. Fue bastante dura esa cuestión. Fue toda una vida de trabajo la del Piojo, mientras pudo trabajar. Pero el golpe más grande lo sufrió cuando asesinaron a su familia. Fue demasiado duro.


La primera muerte de Piojo Salinas

El nombre de Benedicto Salinas fue público además por razones trágicas, a raíz de la muerte de su esposa, su cuñada y su hijo, Isidro Salinas Martin, de dieciocho años, ocurrida el 1 de junio de 1986 a causa de un allanamiento policial en la calle Mamiña de la comuna de La Cisterna, en uno de los controvertidos casos de derechos humanos en época de dictadura. Aunque según la versión oficial los tres se suicidaron, la justicia procesó en 1989 a los carabineros Sergio Gajardo y José Luna como autores de homicidio y Augusto Sobarzo como encubridor. Pero la causa pasó luego a la justicia militar, que en 1993 sobreseyó el caso.


"Cuando murió mi mamá, murió él también. Estaba su cuerpo, pero su alma estaba muerta", dice hoy Mirna Salinas acerca de su padre. "Desde que mataron a mi mamá con mi hermano y mi tía, a mi papá se le cerraron las puertas. Nunca más en los canales de televisión le dieron trabajo. Empezó a sobrevivir, siempre con la pena, sobre todo de que le mataron al hijo. Y toda la familia en realidad estamos muertos en vida, por el daño que nos hicieron. Nunca hubo una resolución. Y todos los asesinos están libres".


Benedicto Salinas abandonó Chile a fines del mismo 1986 y se estableció en Holanda, hasta su regreso a comienzos de 1994. De vuelta intentó reanudar su trabajo de cantor en escenarios tan distintos como campañas electorales de la izquierda, encuentros de payadores y presentaciones de Sindicato de Folcloristas y Guitarristas de Chile, y en los años recientes actuó en encuentros de payadores en Santiago y Puente Alto. Su última presentación fue en Horcón, el 20 de septiembre pasado.


-El Piojo llevaba por dentro un tremendo dolor. Y su defensa era la talla, la anécdota -dice el payador Guillermo Bigote Villalobos. "La pena lo fue consumiendo después de lo que le pasó a su familia", recuerda Manuel Luna, presidente del Sindicato de Folcloristas. "Ahí empezó su declive. Se fue a Holanda, tuvo una compañera y un hijo, se recuperó como persona, pero luego volvió a Chile y empezó a decaer. Eso fue una piedra del porte de una roca que llevó en el corazón el Piojo", agrega. Pero al mismo tiempo una nueva generación de cantores y payadores también lo conoció a partir de entonces.


-Cuando recién empecé nunca lo pude ver en vivo, sólo en televisión -explica el payador y guitarronero Manuel Sánchez, uno de los nuevos cultores del canto a lo poeta surgidos en los años '90-. Después se fue del país, se transformó como en el mito del Piojo Salinas. Y cuando volvió comprobé el gran personaje que era para la gente. Inventó un repertorio, y me he encontrado sus canciones en diferentes lugares, en el sur, cantadas y apropiadas por muchos cantores. Quedaron casi formando parte de la tradición oral. Hay coplas que ya no se sabe sin son de él o no. Y que hoy todos las dicen.


-El Piojo siempre reflejó el carácter del chileno: su humor, la picardía a todo trapo -concluye Bigote Villalobos, que sí compartió varios escenarios con Salinas. Benedicto era su nombre. Beno es como lo llama la mayoría de los compañeros que han venido a saludarlo por última vez. Pero Piojo Salinas es su nombre universal.


-Él me contó una vez que de cabro chico venía eso, es un nombre que le pusieron de cuando estaba en la escuela. Es que era muy inquieto -explica Jorge Yáñez, el socio más fiel que tuvo en su camino-. Sí, Piojo, porque era súper bueno para andar de chacota -es el recuerdo próximo de su hija, Mirna Salinas-. Mi mamá decía "Sí, Piojo. Pero arriba del escenario qué grande se hace".

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