Los secretos mejor vigilados de la película "Watchmen"

SANTIAGO.- Este jueves, un día antes que en Estados Unidos, se estrena en las salas nacionales la versión cinematográfica de "Watchmen" ("Los vigilantes"), basada en una de las novelas gráficas más respetadas que se hayan publicado e incluso considerada por muchos simplemente como la mejor.

La oscura creación de Dave Gibbons y Alan Moore es llevada al cine por Zack Snyder ("300"), que desde los primeros cuadros manifiesta su intención de respetar al máximo los simbolismos y temas que han sido analizados constantemente desde la publicación del cómic en la década de 1980.

La cinta respeta la premisa básica de su fuente, al ambientarse en una realidad paralela en la que Estados Unidos triunfa en la guerra de Vietnam, Richard Nixon cumple su tercer mandato y la Guerra Fría con la Unión Soviética alcanza niveles más tensos, con una alarma de inminente cataclismo nuclear.

Con una estética que mezcla el dibujo de Gibbons y el manejo de cámara estilizado de Snyder, la extensa cinta de dos horas y 40 minutos se da tiempo para construir este presente alternativo y para poner al espectador al día sobre cómo aquellos vigilantes enmascarados se vieron obligados a colgar sus indumentarias y pasar a ser simples civiles.

Cuando uno de estos retirados héroes (The Comedian) es asesinado -en la primera escena de la película-, comienza la investigación encabezada por su ex compañero Rorschach para probar su teoría de que existe un asesino que busca eliminar a todos los que alguna vez hicieron justicia a su manera. Su obsesión es una línea narrativa paralela a la amenaza nuclear que está por explotar, simbolizada por el reloj que científicos estadounidenses manejan manualmente, una especie de macabro semáforo del Apocalipsis. Ambos caminos se unen en un clímax y desenlace que es uno de los pocos aspectos del largometraje que se separa de la novela gráfica.

Si bien una comparación por el tono oscuro de sus personajes puede ser "Batman: El caballero de la noche", la película de Snyder lleva a lugares más extremos la violencia gráfica y la desesperanza sobre una sociedad decadente, autodestructiva, que parece irreparable.