Christian Gálvez se apunta con el último título del año jazzístico: Crisálido, que presentará este miércoles junto a su nuevo cuarteto.
José AlvújarSANTIAGO.- El último cierra y apaga la luz y es un hecho que le tocará ese turno al bajista nacional de fama internacional Christian Gálvez. Este miércoles 23 de diciembre presentará a su nuevo cuarteto en el Club de Jazz para el lanzamiento del disco que cierra el año jazzístico (José Pedro Alessandri 85, Ñuñoa, 22:30 horas, $5.000).
Se llama Crisálido y según su sentido común es una continuidad de lo que había establecido hace dos años con Imaginario. Música para cuarteto de jazz contemporáneo con la salvedad de que su bajo eléctrico opera en otras dimensiones.
En ambos proyectos Gálvez salió de la posición rítmica de respaldo que le cabría naturalmente a un instrumento de este tipo. En cambio, se convirtió en solista improvisador y en instrumento armónico. “Es lo que se llama chordmelody”, dice.
-¿De qué se trata?
-Se refiere a un trabajo de producción de acordes en simultáneo con la generación de melodías. Como una guitarra. Es una técnica que estuve usando durante un tiempo pero que la concreté ya cuando estaba tocando en la banda de Stanley Clarke en Los Angeles, en las giras por Europa y los conciertos en Japón.
-¿Por qué? ¿Cómo?
-Stanley Clarke me dijo “esto es lo que tienes que explotar. No hay nadie en el mundo que toque así”. Stanley Clarke me despabiló. Cuando volví a Chile me metí de lleno en eso y armé el primer cuarteto para tocar música donde el bajo era chordmelodic o cordal y melódico. El disco fue Imaginario, y lo hicimos con Andrés Pérez (saxo tenor), Pablo Menares (contrabajo) y Félix Lecaros (batería).
-Para Crisálido cambió la formación.
-Cuando tocábamos con Menares el grupo estaba muy armado. Habíamos ido de gira, grabamos Imaginario y seguimos tocando. Félix con Pablo se entienden de manera natural y Andrés Pérez es para mi gusto el “Sonny Rollins chileno”, un solista de otro nivel. Pero Menares se fue a Nueva York y por eso el proyecto quedó suspendido. Tuve muy buenos remeplazantes (Eduardo Peña, por ejemplo) en el contrabajo pero cuando Marcelo Córdova llegó desde París lo integramos al tiro al cuarteto. Es un músico muy sólido. En Crisálido está él tocando el contrabajo.
-¿El nombre Crisálido tiene algún concepto de fondo?
-Crisálida es una de las fases de la transformación de una mariposa. Para mí era eso: estar expectante en un momento de mi vida que no estaban todas las cosas tan claras. Después de que el cuarteto quedó parado me concentré en un proyecto más largo, que es la composición de música para una gran orquesta sinfónica. Es un disco que saldrá en 2010. He estado durante dos años trabajando en esto y he ido grabando partes por separado con secciones instrumentales y con un guitarrón de diez cuerdas que me construyeron especialmente.
-Ese trabajo con orquesta está pensado como un proceso largo y lento, pero el cuarteto lo grabaste en muy poco tiempo.
-Crisálido es jazz contemporáneo. Lo grabamos en dos tardes, después de tocar harto Imaginario con Marcelo Córdova y de adelantar algunas composiciones en los festivales de jazz de Quilicura o San Bernardo. Con el cuarteto voy directo al grano. Es el formato que quiero seguir desarrollando para tocar jazz hoy. Creo que va hacia un sello propio de sonido. En lugar de que digan "qué bien toca el bajo", prefiero que digan "qué bien suena la banda".
www.myspace.com/crisalido