Carlos Cabezas pasa más tiempo haciendo música que tocándola en vivo. Por eso cada una de sus presentaciones es un "evento", como la que hizo en el Liguria junto a Electrodomésticos -su histórica banda- en diciembre pasado. Este miércoles 28 de abril (ver recuadro) se presentará en el Centro Cultural Amanda en plan solista. O, "rockero adulto", término que le provoca risas pero que termina redefiniendo: "Yo creo que hacer rock adulto se refiere a madurez... Después de todo uno ha vivido muchas cosas en todo este tiempo y algo debe haber aprendido, ¿no?".
También se entusiasma hablando de dos discos que está preparando casi en forma paralela. Ambos, por cierto, aun sin título. El primero, lo publicará el sello Oveja Negra, en julio. Una colección de doce canciones que mezclan desde folclor al particular pop-rock que le conocemos. El segundo, lo empezará a grabar en mayo junto al bajista Fernando Julio y será de boleros. Género en que ya ha incursionado haciendo bandas sonoras ("El chacotero sentimental", 1999).
-¿Será fiel a los boleros originales o estará más cargado a la modernidad?
-Vamos a arreglarlos de la forma clásica que tenemos para componer. Entraremos con Fernando Julio (el bajista) al estudio a a fines de mayo. Es un gusto personal que tenemos. A partir de la película del Rumpy y después con Electrodomésticos en "Has sabido sufrir" de La nueva canción chilena (2004) he estado haciendo boleros. Y el material que grabaremos teníamos que darle una salida. Vamos a rescatar algunos bolerillos de los años '50 también.
-Y también editarás otro disco que aprovecharás de adelantar en el Amanda...
-Sí, estoy bien contento. Me acaban de llegar las mezclas. El disco no tiene nombre, pero saldrá en julio y tiene doce canciones que he estado haciendo en estos años. Hay una mezcla de todos los intereses que he acumulado. Porque al final, pienso, uno no se sienta a componer sino a convertir la experiencia acumulada en canción. Acá hay desde folclore a la canción clásica de mi estilo.
-¿Las presentarás en tu show?
-Sí. Habrá canciones de todo lo que he hecho. Desde Electrodomésticos, como "Yo la quería" o "El frío misterio", algunas cosas de La nueva canción chilena y mi disco solista El resplandor (1997). También mostraré canciones de ese disco que se lanzará en julio.
-Se ha definido tu obra como "novedoso concepto de rock adulto". ¿Te gusta?
-A lo mejor (risas)... creo que a lo que se refiere es a la adultez como un tipo de madurez. Pero es curioso, porque en los últimos recitales hay mucha gente joven que se entusiasma con la música que hacemos.
-Me llama la atención que hayas partido desde el amateurismo, sin formación académica y hayas terminado produciendo discos o haciendo bandas sonoras. Es decir, como un profesional...
-Es la historia del aficionado convertido en especialista. Es una evolución natural que va de acuerdo a las pasiones de uno. Me siento afortunado de estar en esto. Es una terapia. Componer y tocar ayuda a liberarte de demonios y esos sobran en estos tiempos. Al tener una pasión por esto, vas siguiendo un camino. Muchas veces te pierdes. Los músicos se pierden y no entienden bien a dónde van ni qué pasa. Pero finalmente llegas a un lugar. Y estás contento de ir para ese lado.
-Es interesante lo del paso del aficionado al especialista...
-No es malo partir mirando "desde afuera". Eso te lleva a otros lugares sonoros. Tienes más soltura en la asociación de ideas musicales. Pero entender la música no es malo tampoco. Sólo que la academia te formatea mucho. Pero ambos mundos son buenos, se cruzan las cosas. Es lo que he aprendido con el tiempo. Es una actividad muy apasionada. Es cosa de ver los sacrificios que son capaces de hacer los músicos en un país donde no es nada fácil serlo.
-Tu generación participó activamente de la disidencia artística en los '80. Una época donde al menos por las crónicas el teatro, la literatura y el rock formaban un solo frente. ¿Fue tan así?
-Si bien con el tiempo es inevitable idealizar, antes la cancha estaba mucho más nitida. Había una urgencia de supervivencia, de empezar a moverse. Ya no era una cosa de izquierda o derecha. Era sobrevivir. Y así se generaron experiencias artísticas. Creo que lo básico y urgente las hicieron verse más nitidas.
-¿Y ahora cómo ves a las nuevas generaciones? Es indudable su interés por acercarse a ese pasado...
-Sí. Incluso ya hay bandas que visitan esas sonoridades y estéticas. La juventud de ahora tiene una mirada más amplia y menos grave. Nosotros eramos muy serios y enredados.
-¿Serios? ¡Pero si Electrodomésticos mezclaban a Yolanda Sultana con la electrónica! Eso es pura distancia irónica...
-Es verdad (risas). Pero creo que a nivel generacional, nos lo tomábamos todo muy en serio. Ahora hay más humor y eso permite des-ideologizar a la música. Le da frescura y permiten hacer relaciones entre estilos que uno jamás haría por una especie de... pacatería.