Hay géneros musicales que brillan cuando son sacados de contexto, o son reinterpretados desde “el presente”. Por ejemplo, la raíz folclórica, la cumbia o, en este caso, el pop de sintetizadores. Son territorios musicales cerrados y codificados desde los efectos de guitarra a la mirada que deben poner los músicos en los videoclips. Sólo cuando son encarados por compositores con "otras influencias" se abren, explotan, resucitan.
Odisea es la profundización de Álex Anwandter en torno a la música bailable. Algo que ya había iniciado en la primera mitad de Bailar y llorar (2008), segundo y último disco de su grupo Teleradio Donoso. Sólo que acá en lugar de disco-funk hay house, soul, algo de R&B contemporáneo y cierto juego con el sonido Miami diseñado por el productor Emilio Stefan.
De hecho, este disco-proyecto, que en rigor sólo menciona a su autor en los créditos, utiliza una batería de recursos sorprentente: efectos de teclados antiguos, diálogos grabados, sonidos de vehículos, ecos en las voces, pianos, violines. Pero a la vez adopta una estética bailable en su estilo más ortodoxo: canciones que se extienden por más de cinco, siete o nueve minutos con el único objetivo de provocar el trance en el oyente o bailarín. Y todo esto se traduce, a la vez, en una libertad (y humor) para encarar las composiciones que está claro que el rígido estándar del pop le hubiese impedido.
Pero, reconozcámoslo, por más bailable que sea su propuesta el músico no ha perdido su capacidad de armar buenas melodías. Ahí tienen "Casa latina", donde todas las notas conducen -con una naturalidad sorprendente- al irresistible estribillo. O "Nuestra casa de violencia", la perversa "Niño extraño" o "Cabros", el primer single, con la frase "prendamos fuego a La Moneda". Pero la clave está en la tiernamente titulada "Los gatitos hermanos se reconocen después de años?". Una canción donde el núcleo contiene los recursos vocales y melódicos clásicos de su ex banda ("Máquinas", "Gran Santiago"), el esqueleto está repleto de ruidos, efectos y ambientes sonoros novedosos.
Y así se puede entender el disco: composiciones pop elegantes, clásicas y bien hechas, pero tocadas de una manera inesperada, insólita, divertida. Donde las influencias cubren desde Happy Mondays al Corazones de Los Prisioneros. Del Marvin Gaye del "Sexual healing" a Jon Secada. Del house de Chicago a la Miami Sound Machine. ¿Cómo ignorar si no detalles como los bocinazos gozadores a lo Daddy Yankee, los gemidos, el ruido de sirenas y el bajo zigzageante en "Batalla de Santiago"?. ¿O frases como "Mañana usted será asesinado" para luego dar paso a un saxofón de free jazz?. ¿O la única guitarra virtuosa de todo el disco acompañada de un falsete lujurioso en "Mentiras blancas"?
Odisea, en todo caso, puede interpretarse en varios niveles. Pero sobretodo por su espíritu de aventura y humor para armar canciones que, en el fondo, siguen siendo tan buenas como las de su ex banda. Sólo que ahora están escondidas tras el camuflaje de guerra de lo bailable.
—JC Ramírez Figueroa