BUENOS AIRES.- La feria arteBA, donde desde hace dos décadas las principales galerías de Argentina y otros países muestran en Buenos Aires las obras de sus mejores artistas, y que sirve como vidriera mundial a los más jóvenes, cerró el martes su última edición con una que superó las 120 mil personas en cinco días, lo que se considera un éxito.
La última edición, en la que según sus organizadores "se vendió como nunca", contó asimismo con una fuerte presencia de artistas latinoamericanos a través de varias galerías de países como Chile, Colombia, Venezuela y México, que al igual que Argentina celebran este año su Bicentenario.
En total, participaron 83 galerías, en las que pudieron apreciarse obras de artistas argentinos legendarios como Antonio Berni (1905- 1981), pero también las últimas expresiones de los artistas más jóvenes del país y la región, nucleadas en el sector "Barrio Joven", integrado por 19 stands.
En tanto, el principal premio de la feria, "arteBA-Petrobras", dotado con 50 mil pesos (unos 13 mil dólares), fue para la argentina Adriana Miranda, que se impuso entre 400 proyectos por una obra conceptual titulada "El espacio de acá", basada en la investigación de dos grupos de perros callejeros de la ciudad argentina de San Juan.
Entre uno de los principales atractivos de la feria estuvo el paso de la ex vedette y actriz argentina Moria Casán, que participó en la reconstrucción de la instalación pop que el artista Edgardo Giménez hizo para el film "Psexoanálisis" (1967) de Héctor Olivera, vestida con un brillante traje de plumas.
Una atención no menor suscitó la famosa artista plástica Marta Minujín, que presentó uno de sus obeliscos multidireccionales ("Obelisco Dorado Multidireccional") frente al cual los visitantes de la feria se podían sacar fotos con la artista o con dos promotoras iguales a ella.
El Obelisco, símbolo de la ciudad de Buenos Aires, es un tema recurrente en la artista: en 1964 recubrió con helado la base del monumento porteño y en 1979 hizo en Buenos Aires el Obelisco de Pan Dulce, de 30 metros de alto y construido con 30 mil panes dulces.
Otro de los atractivos de esta edición fue un sector dedicado a los libros pop-up, que despliegan universos tridimensionales con sólo abrirlos.