Dos años de investigación, nueve capítulos, veinte entrevistados y doscientas cuatro páginas con un diagnóstico sobre la industria de la música popular en Chile son las coordenadas de "Suena desafinado", el libro que la periodista Valeria Solís acaba de publicar para su libre descarga en Internet en torno al funcionamiento del negocio musical en nuestro país. Coordenadas que se suman a una pregunta inicial como punto de partida.
-Este libro fue la manera de explicarme por qué hay trayectorias de músicos que han sido conocidos, difundidos, escuchados y queridos por la gente y que de repente desaparecen. Esa lógica me parece aberrante, y tiene que tener una explicación -explica la autora, cuyo trabajo, subtitulado "Tomando el pulso a la industria de la música en Chile", está publicado desde el primero de julio en su blog, Fuera de líneas.
Algunos de esos músicos figuran por lo demás entre los entrevistados del libro. "Pablo Herrera, que llegó a vender doscientos mil discos en un minuto. Alberto Plaza, que también tuvo mucha difusión", ejemplifica la periodista. "Joe Vasconcellos, que hasta principios del 2000 fue muy escuchado, y de repente se genera una crisis con su sello y sigue siendo conocido porque se posicionó, pero uno no lo está escuchando siempre en la radio como cuando estuvo con un sello grande. Todo esto tiene que ver con el momento en que había sellos multinacionales detrás de los músicos".
La relación de los músicos chilenos con esas compañías disqueras trasnacionales, entre las que se cuentan los sellos EMI, BMG, Sony Music o Warner Music, es una de las variables consideradas en el libro. "Y si nos vamos a los '80, hay casos como los de Álvaro Scaramelli y Cinema o como Óscar Andrade, que fue súper conocido y tocado en las radios, con una música de contenido, y que se va fuera del país y vuelve con la lógica del artista independiente, pero le es imposible generar un reencuentro. Pese a que trae sus discos no hubo difusión en las radios. Y te das cuenta de que no hay garantía para los músicos, pese al talento, la trayectoria, la experiencia".
Malos negociadores
"Suena desafinado" es el primer libro sobre música de Valeria Solís, autora de la investigación previa "¿Un escenario sin protección laboral? Trabajadores-artistas de teleseries chilenas". En su nuevo libro aborda asuntos como la relación de los músicos con los managers o representes, los sellos disqueros, los medios de comunicación, la concentración de las radios en pocos conglomerados, la falta de escenarios y los derechos de autor, además de procesos como el boom disquero de 1995 a 1997, la emigración hacia otros países de grupos como Los Bunkers o Kudai de 2000 en adelante y la aparición de sellos nuevos como Feria Music.
Desde 2008 a la fecha la periodista trabajó en el libro y se entrevistó con veinte personas, entre cantantes y músicos como Denisse Malebrán, Claudio Narea, José Alfredo Fuentes, Fernando Ubiergo, Joe Vasconcellos, Alberto Plaza, Pablo Herrera o Álvaro Scaramelli; directores o programadores de radio como Marcelo Aldunate, Santiago Ramírez y Javier Sanfeliú, y ejecutivos de sellos disqueros como Viviana Larrea, de Alerce, Oscar Sayavedra, Arturo Lovazzano, Tulio Bagnara, Carlos Salazar y Javier Silvera, con experiencia en casas grabadoras como BMG, Warner, EMI, Sello Azul y Feria Music.
Con ellos abordó además temas conflictivos como las coimas a cambio de difusión radial, las distorsiones en la información sobre ventas de discos y los desventajosos porcentajes de ganancia o regalías acordados por los artistas en sus contratos firmados con las compañías discográficas. De acuerdo con las fuentes del libro, estos porcentajes fluctúan entre el 2 y el 10 por ciento de las ventas de los discos, en evidente desventaja con los estándares de una industria como la del libro.
-La industria del libro tiene un porcentaje mínimo que es un 10 por ciento para el autor, y puede llegar hasta un 25 por ciento. En el caso de la música estamos hablando de que el 80, el 92 por ciento se lo está llevando una empresa -compara la autora-. Eso también tiene que ver con que los músicos llegan con mucha ingenuidad frente a un sello multinacional, porque se sienten honrados de que una empresa grande los llame. Esa es una autocrítica que se hacen muchos músicos.
Radio y payola
Trucos de la industria como publicitar las categorías de "disco de oro" o "disco de platino" por discos no efectivamente vendidos a público, sino distribuidos a las tiendas, también están registrados en estas páginas. Así como las críticas de músicos contra ejecutivos disqueros de un sello como Feria Music, a quienes acusan de aspirar a obtener porcentajes de los shows además de la venta de los discos. Solís fue en busca de los descargos, dice. "Respondieron que era un criterio empresarial detrás de la idea de potenciar la música chilena. Pero si la venta de discos ya no genera ganancias para los músicos, su mayor vía de ingreso son los recitales".
Para la autora, una falencia en los medios de comunicación es la que impide la consolidación de muchos de estos músicos. "La música es esencialmente masiva, y para darla a conocer es básica la existencia de los medios de comunicación, la radio. Y los sellos movilizan toda esta industria. Por qué me parece aberrante: porque a las radios llegaban los vendedores o promotores de los sellos con los discos de Luis Miguel, de Coldplay y de un chileno, y lo importante es la lógica de los 'prioritarios': tienen que convencer al director o al programador de la radio de tocar determinado disco. Y ese mandato de lo que es prioritario va en desmedro de los demás artistas".
En cuanto al pago de coimas, también llamado "payola" en la jerga del negocio, ejecutivos de la industria como Bagnara, Salazar y Sayavedra descartan o relativizan su importancia, mientras Viviana Larrea, del sello chileno Alerce, alude a la existencia de una competencia desleal de las grandes compañías por la vía de otras formas de incentivos como regalos, favores o invitaciones, y Marcelo Aldunate, director de emisoras como Rock & Pop, reconoce la existencia de esa práctica.
-Aldunate me dice "A mí me ofrecieron plata", y él es una persona importante en las radios de los '90, y fue súper honesto -valora la autora-. Porque se trata de difundir a los prioritarios. Como son sellos multinacionales, las líneas principales no vienen de las filiales chilenas, vienen de Inglaterra o Estados Unidos y determinan lo que tiene que pasar en todo el mundo. Y si estás en un sello tienes que cumplir para tu bono a fin de mes. Aquí quizás no se están pagando, pero el uso de influencias existe. Estamos en Chile y con una invitación a comer al Hyatt se puede conseguir lo mismo.
Los músicos en TV
"El mercado es salvaje y corre para todos", compara Valeria Solís. "Si embargo la música, el cine, son patrimonio cultural. Cuando hablamos de esos conceptos es importante que alguien se haga un poquito cargo, y ése podría ser un rol del Estado, a través de una ley que genere un mínimo de música nacional de buena calidad, porque no por ser nacional va a ser buena. Si me pongo a pensar que el último movimiento musical importante fue en los '80 fue el Canto Nuevo, aunque en los '90 se trató de potenciar el rock y el pop, eso te habla de que hay una pata coja. Y no porque no haya músicos ni talento".
-¿Una ley se puede quedar corta para ese propósito?
-Sí, pero se puede encontrar otras vías distintas. Un capítulo del libro se refiere a que la televisión está en deuda porque sin lugar a dudas es un medio de comunicación muy potente. En los '80 estábamos en un período de dictadura militar y sin embargo teníamos un programa de música que se llamaba "Chilenazo", donde actuaban Eduardo Gatti, Antonio Gubbins, Óscar Andrade. Teníamos los videoclips de "Más música", donde conocimos a La Ley y a un montón de otros grupos. En cambio ahora me pregunto por qué mi hija conoce más a Lady Gaga que a Denisse Malebrán.
-¿Hay un escenario distinto hoy, cuando la importancia de los sellos internacionales ha bajado?
-Sí, pero uno de los efectos de este proceso es la atomización, que viene súper de la mano con la globalización, y que se traduce en segmentar los públicos. Y efectivamente está cada uno en lo suyo. Y si nos dejamos llevar por eso no se logra un desarrollo cultural. No existe un programa en televisión que tenga a Ubiergo, a La Ley, a Alberto Plaza, a Denisse Malebrán, a Joe Vasconcellos, a Bakán junto con la Raquel Argandoña, que podría ser una cosa súper interesante en términos de difusión.
-Pero el argumento de la televisión es que esos músicos van a "bajar el rating".
-El mejor ejemplo es lo que pasa en el Festival de Viña cuando Fernando Ubiergo rompe el mito de que la gente no quiere ver a artistas chilenos. Pero en cambio lo que hacen los canales es poner a las dos de la mañana un programa como "Garage music", donde juntan a una serie de bandas emergentes que nadie logra posicionar, y no vemos a un Chancho en Piedra, a un Sinergia. Está mal enfocado, por mucho que muestre a músicos chilenos. Es lógico. Ponte a Américo y a la banda emergente y ya tienes un enganche. Es peor que no haya nada, pero no es la mejor manera.
Más de mil descargas justo en una semana acumula en sus primeros días "Suena desafinado", un libro que la autora optó por liberar para su libre circulación para su publicación inmediata. "En el libro tampoco se trata de satanizar a nadie, de que los malos de la película son los sellos transnacionales, sino de dar cuenta", dice. "Por eso lo dedico a los músicos chilenos, que si se dan cuenta de cómo funciona esto, lo pueden cambiar si negocian mejor".