Han sido días de emociones intensas para Sol Domínguez. La cantante chilena acaba de iniciarse como solista definitiva con su disco Raíces (2010), tras una carrera iniciada en 1982 al frente del grupo de rock folclórico Sol y Medianoche. Y entre el sábado 24 y el viernes 31 de julio recién pasados cantó en los teatros Oriente y Caupolicán de la capital, invitada en ese orden por los conjuntos Sol y Lluvia y Quilapayún.
Con Sol y Lluvia se dio por fin la conjunción astral entre una banda y una cantante que a menudo han confundidos por el alcance de nombre entre "Sol y Lluvia", "Sol y Medianoche" y, ahora, "Sol Domínguez". Y con Quilapayún ella fue una de las invitadas al concierto de 45 años celebrado por la formación francesa del conjunto.
-Fue una verdadera renovación de mi espíritu, mi mente y mi esencia. Fue también como tomar de un bocadillo delicioso de la amistad, los ideales y los valores que encierra la música folclórica -dice Sol Domínguez, a propósito de la experiencia doble en vivo. Por lo demás ella fue convocada por Quilapayún en lugar de la cantante Magdalena Matthey, quien había sido inicialmente anunciada para recrear junto al grupo la exigente canción "El gavilán", de Violeta Parra.
-¿Fue una dificultad extra ser la última confirmada al concierto, cómo recuerdas el momento?
-Dice el dicho que "Los últimos serán los primeros", y vi que de parte de Quilapayún hubo mucha consideración en destacar mi participación en los medios de comunicación. Fue una gran responsabilidad cantar, un desafío personal importante en mi carrera. Pude apreciar el respeto de la gente y finalmente el tremendo abrazo que sentí en los aplausos. Fue emocionante.
Raíces fue lanzado en enero por la cantante, quien se desvinculó definitivamente de Sol y Medianoche hace tres meses. El disco fue grabado con la complicidad de la cantautora viñamarina Rosario Salas y con invitados como el acordeonista Ignacio Hernández, entre otros músicos, e incluye diez canciones cruzadas por un sonido en general acústico, en su mayoría inéditas. Además figura una versión de "La llave", de su época en el grupo previo, y otra de "El amor", una de las melodías del disco Canto para una semilla (1972), grabado por Inti-Illimani e Isabel Parra con música de Luis Advis sobre versos de Violeta Parra .
-¿En tu caso cuáles son esas raíces a las que aludes en el nombre del disco?
-El timbre de la voz, que es chilena. Lo latinoamericano suena a otro timbre, ¿verdad? Nosotros somos brutos en el canto de nuestro folclor, pero también somos sentimentales, tremendamente emocionales. También la raíz se expresa en los instrumentos, los ríos, el viento. No me detendría nunca en contar todo lo que encierra la palabra raíces.
-En la canción "Subiendo y bajando escalas" dices "Le canto folclor urbano / cantora es mi profesión". ¿Ese es un personaje o es más un retrato tuyo?
-Cuando Rosario (Salas) me mostró esa canción me sentí absolutamnte interpretada en mi vida. De partida que me quiero ir a vivir a Valparaíso, y esa canción relata el oficio que estoy tomando ahora, cantora de profesión. Hacía muchísimos años que tocaba tanto la guitarra como ahora.
Sol, América y Paz
En rigor Raíces no es el primer disco como solista de Sol Domínguez, quien ya había grabado una casete llamada Mundo de amor (1993). Pero no se compara, dice. "En esa época aún no tenía muy claro qué quería hacer con mi carrera, de manera que hay una distancia enorme con este proyecto".
Además de la presencia de la propia Rosario Salas en guitarra, en vivo la cantante se presenta junto a su hija, la bajista América Paz Soto, quien en paralelo toca en los grupos de rock Polímetro y Desterrados. Tal como su madre lo hiciera en dos grupos históricos del rock chileno: En Busca del Tiempo Perdido entre 1971 y 1973, y los citados Sol y Medianoche desde 1982 a 2010.
-¿Cómo es la experiencia de tocar con tu hija?
-Divina, porque se comparte el verdadero espíritu de lo que una mujer quiere que suene. El bajo parece ser un instrumento duro, pero con la suavidad y precisión que ella le coloca se comparte el espíritu de la madre hacia la hija, la compañera, la amiga, la colega y viceversa.
-Cuando la ves ¿piensas que ahora es más fácil para una mujer tocar rock en una banda que cuando tú lo hiciste?
-De todas maneras, en esa época hubiera sido algo absolutamente fuera de contexto.
-¿Por qué pasa eso? ¿Por qué eres una de las únicas dos mujeres que hay en los primeros años del rock en Chile, junto con Denise, de Aguaturbia?
-Primero que nada era mas difícil, porque el rock representaba al macho que va y que viene en su moto y que habla puras leseras en sus letras. De pronto una mujer en medio de esta escena del rock, cantando cosas que ayuden a pensar a la gente, descoloca al sistema. Había tremendas excepciones, como las óperas rock y algunas canciones sensibles, pero el esquema era marcado sólo para hombres demostrando su aspecto varonil y duro en la parada.
-¿Esa música va a quedar un poco de lado ahora para ti? ¿O las raíces latinoamericanas y el rock siempre han sido como dos mitades en tu historia?
-Mira, el rock no ha muerto en mi ser, aceptaré algunas invitaciones cuando se dé la oportunidad y el contexto, pero mi raíz siempre fue y será el folclor. Eso fue lo que marcó a Sol y Medianoche, esa fusión de la música rock, pero con la voz de la raíz auténticamente chilena.