En India le fue a pasar. En un lugar llamado Ladhak, por ejemplo, sobre la frontera de India con el Tíbet, en plenos Himalayas. Cuando ahí Pascuala Ilabaca se puso a escribir canciones, fue un huayno andino con sabor a cumbia, o una diablada del altiplano lo que le salió. Música de altas cumbres, pero de lados opuestos del planeta.
-Yo pensaba en por qué las culturas nortinas de sol y frío, de sequedad, producen ropas fosforescentes y mujeres con trenzas y sombreros de terciopelo y diablos rojos y verdes que bailan. Hay algo que supera las culturas y fronteras. Un hombre expuesto al frío, a la altura y al sol responde más o menos igual en Himalayas que en Andes, y yo, chilenita en esas tierras, me puse a hacer trotes y huaynos. No es sorpresa, es una respuesta natural.
Pascuala Ilabaca fue una chilena en esas tierras por un año completo, entre agosto de 2008 y agosto de 2009, el tiempo en que esta cantante, compositora y acordeonista de Valparaíso vivió en India dedicada a aprender la música de ese país junto a su compañero y percusionista de su grupo, Jaime Frez. Y así habla ahora que está de vuelta en Chile, y ahora que esas dos canciones andinas hechas cerca del Tíbet se llaman respectivamente "Ay mamita, mamita" y "Diablo rojo diablo verde" y están en su nuevo disco recién editado.
En 2010 Pascuala Ilabaca se ha multiplicado. Justo antes de partir de viaje a Asia había lanzado su primer disco personal, Pascuala canta a Violeta (2008), con versiones de canciones de Violeta Parra. Y a su regreso a comienzos de año lanzó Perfume o veneno, del dúo de música india Samadi que ella y Jaime Frez tienen en paralelo, y en paralelo como solista la acompaña el grupo La Fauna, integrado por Cristián Retamal (guitarra), Cristian Wai Ming Chiang (bajo) y Jaime Frez (percusión). Con ellos grabó su nuevo disco, Diablo rojo diablo verde, donde incluye desde un ritmo de cueca dedicado a Frida Kahlo y Violeta Parra hasta letras en mapudungun.
Y ahí estaban las mujeres
-Los dos últimos discos salieron casi al mismo tiempo. ¿Son registros distintos de una misma experiencia?
-Fueron compuestos el mismo año (en 2009) y después lanzados el mismo año (en 2010), así que sería difícil que no estuvieran relacionados. De todas maneras Perfume o veneno responde a la búsqueda artística de querer asimilar India, y Diablo rojo diablo verde a la de querer defenderse de ella.
-¿Defenderse de qué, por ejemplo?
-Es difícil vivir allá, era una resistencia voluntaria. La sorpresa es cómo uno puede amar y odiar algo a la vez y eso está muy incorporado en nuestras cabezas. Como latinos y chilenos nos creemos muy occidentales pero yo creo que no lo somos tanto, la imagen de lo bueno y lo malo que tienen los gringos por ejemplo es distinta a la nuestra.
-¿Será casualidad que los títulos de los dos discos parecen oposiciones? Sobre todo entre perfume y veneno, pero también entre el diablo rojo y el diablo verde.
-Bueno, uno vive en oposiciones: me voy o vuelvo, te amo o no. Con la India nos pasó eso, "me gusta pero me asusta" -se ríe-. En el caso de Diablo rojo diablo verde es lo mismo, hay un diablo al que tememos, pero nos gusta verlo bailar; le pedimos cosas y nos protege, pero nos asusta. En ese lugar cerca de Tíbet los diablos tenían cuatro caras, por eso se me ocurrió ponerle "Diablo negro con colmillo / diablo bueno de amarillo". O sea, es un diablo rojo y verde, y por qué no negro y amarillo, malo y bueno, divertido y terrorífico. Ésta es una época de dualidades y eso se refleja en el trabajo. Lo mismo con los estilos. ¿Por qué una canción no puede ser un tango y una balada a la vez?
-De hecho ¿en qué ritmos están "Diablo rojo, diablo verde" (la canción) y "Ay mamita, mamita"?
-En este trabajo no fuimos puristas para nada, creo que eso nos une a una generación y se necesita que seamos así para romper las cosas, pero con amor, sin sentir que las estás rompiendo, sino alabándolas. El ritmo de "Diablo rojo diablo verde" es una alusión nortina, es el ritmo que bailan los gitanos tradicionalmente en La Tirana , pero resulta que la canción es una diablada y hasta se nos coló el "Mambo de Machaguay" (de Los Jaivas) -se ríe-. Igual con "Ay mamita", la onda es huayno cumbia nortina suavecita.
-¿Por eso mismo no les complica usar la denominación de cueca aunque la estructura de "Cueca triste" o "Cueca la sincera" no sea exactamente de cueca? ¿Basta con que tengan ritmo de cueca?
-No nos complica, la cosa es fluir en el ritmo, no aprisionarse. Esa estructura responde a una manera establecida de mostrar la cueca, con el baile, el traje y todo. Aquí se muestra de una manera distinta, puede prescindir de ella. Si estas canciones no se llamaran "Cueca de esto o de lo otro" la gente igual pensaría que son cuecas.
-¿La convicción de ser mujer que se escucha en la canción "Violeta y Frida" también se acentuó en el viaje a India? ¿Hay una reacción frente al machismo de culturas como ésa?
-De todas maneras. En muchos lugares de India me di cuenta de que se estaban perdiendo la energía femenina. Había unas fiestas de músicos increíbles, y yo pensaba "uuuuh, si hubiera mujeres cantando esto ya sería el cielo". Y ahí estaban las mujeres, todas tapadas, haciendo té, amasando chapati, qué penca. Lo mismo con Violeta y Frida. Estando esas dos guapas, potentes, dolientes artistas, si no les damos espacio real para mostrar su arte nos las estamos perdiendo. Y claro que la convicción de ser mujer se ha ido desarrollando en mi música, porque uno descubre la fuerza que tiene al viajar y aperrar en situaciones difíciles.
En hindi y mapudungun: todo aporta
Han sido muchas las escuelas sucesivas de Pascuala Ilabaca en la música. El viaje a India es sólo la más reciente: en retrospectiva también están la escuela de Violeta Parra que quedó en Pascuala canta a Violeta (2008), su licenciatura en ciencias y artes musicales del Instituto de Música de la Universidad Católica de Valparaíso junto a las obras contemporáneas que incluyó en el disco colectivo Caleidoscopio, música contemporánea de la Región de Valparaíso (2005) y, ya remontada a la niñez, está además la escuela familiar.
La cantante es hija de la vitralista Pilar Argandoña y del pintor Gonzalo Ilabaca, y los viajes emprendidos entre todos por destinos diversos entre Chile, México e India también dejaron su marca desde la infancia. Ahora, si hay que agregar raíces, Pascuala Ilabaca canta dos de las canciones nuevas en mapudungun. "Señas para llegar a Mapu" y "Machi" están basadasen testimonios y fragmentos del fundamental libro que el longko mapuche Pascual Coña publicó en la década de los años '20 del siglo pasado. Y la cantante aprendió el idioma con otro longko, Llao Paillao, en Valparaíso.
-Nuestra idea era hablar sobre una utopía de sociedad -dice, a propósito de "Señas..."-. El longko dice "¿Está todo mi pueblo listo?" y el pueblo responde que sí, pero el longko vuelve a preguntar "¿Hay machi? ¿Hay músicos?" Y ellos responden que sí, que están todos. Eso nos pareció importante, que el jefe de una sociedad pregunte por la magia y el arte como cosas que no pueden faltar y claro, en la sociedad de hoy es una utopía. Después, como si fuera un acertijo, agregamos datos para llegar al lugar donde eso es posible, y al final el coro dice "alguien me lo dijo así / camino al lago Budi". Nos gusta contar las cosas dejando un secreto detrás, no hacer todas las letras tan evidentes. Me gustan las dobles y triples interpretaciones.
-¿Cómo fue el ejercicio de cantar en mapudungun? ¿Qué complicaciones tiene la pronunciación?
-El primer acercamiento al mapudungun lo tuve haciendo mi taller terminal en la carrera de música -recuerda: ahí compuso "Juncos", una obra para coro femenino de veinticinco cantantes-. Esa pieza estaba en mapudungun y tuve que hacer una guía de pronunciación para las cantantes. Ahí empezó la investigación. Luego estas nuevas canciones pedían un trabajo más directo. El mapudungun tiene algunas complicaciones, pero como la música es original se hace más propio. Sería más difícil para mí cantar un canto tradicional que éste, que nace de adentro. Ese texto es parte mía también, entonces no se hace difícil recordarlo. Además he avanzado trabajo cantando en hindi con Samadi. Todo aporta.
Un travesti gordo en el Fortín Prat: el Valparaíso de verdad
-¿Alguien conoce a Rudy La Scala ? -pregunta al público Pascuala Ilabaca, que ahora está en el Cine Arte Alameda, en Santiago, donde ha venido a estrenar su disco con un concierto el pasado 7 de agosto. Alguien en la primera fila reconoce el nombre del baladista venezolano Rudy La Scala, la voz masculina más trémula de la balada continental, tal como se escucha en el éxito "El cariño es como una flor", de su álbum Cuando yo amo (1990). Entonces Ilabaca canta otra de sus nuevas canciones, llamada precisamente "La escala".
-Cuando era chica en la casa se escuchaba esa música para inspirar el trabajo, los cuadros de mi papá tienen esa música de fondo -recuerda-. Yo escuchaba esa frase "Yo daría lo que nunca di , por hacerte el amor, amor" (el primer verso del hit de La Scala) y me imaginaba los personajes de un cuento romántico. A Jaimoto, baterista de la banda y mi pareja, también le tocaba esta canción: su papá es marino mercante y ellos la escuchaban para bailar. Hay algo de Rudy que tenemos todos adentro. En esa canción él dice "El cariño es como una flor / que no se puede descuidar", y en "La escala" el coro dice "El árbol desnudo no tiene ramas / y de bellas flores tiene tantas ganas / El árbol desnudo no tiene nido / sólamente tiene ay, su quejido". Y es un poco lo mismo, ¿o no?
-Cuando preguntas en los conciertos por Rudy La Scala ¿la gente sabe quién es?
-Está la intención de nombrar a personas que admiramos. En el caso de Rudy siempre hay alguien a quien le toca, es una flor escondida en el alma de alguien, casi placer oculto. Para mí como porteña representa un espíritu chulo y sensual, recuerdo haber visto a algún travesti gordo bailando por las graderías del Fortín Prat esa música.
-¿Al mismo tiempo se nota la formación académica en la composición de este disco?
-Yo creo que se nota todo. Personalmente y con la banda tenemos muchas influencias, admiramos muchos estilos y todo eso rebalsa las canciones. En la armonía de "Señas para llegar a Mapu" hay un poco de jazz, en "Machi" hay drum and bass, en todas las músicas hay fantasmas bailando, en la nuestra baila Violeta (Parra), baila Keith Jarret, baila Rudy…
La canción elegida como presentación de Diablo rojo diablo verde es "Lamenta la canela", que cuenta con el primer videoclip del disco y en cuya letra aparecen citados "Parra y Peña", a propósito de Eduardo Parra, poeta e integrante histórico de Los Jaivas, y Álvaro Peña, músico porteño establecido desde los años '70 en Alemania. "Esa canción habla de la vida del trabajo, la repetición en los actos que genera un desgaste de la vida", dice la autora. "Por eso dice Aguó la constancia, quemó la pasion, frió la paciencia, cortó el amor. Llama a vencer la rutina, a vivir la vida como uno quiere".
-¿Por qué la eligieron para el videoclip?
-Es una historia real y local, sucede en el cerro donde vivimos, se graba en nuestra propia casa y tejado, se vive por nosotros y nuestros vecinos, la imagen apoya al texto y la canción se hace evidente y hasta denunciante. Como porteños queríamos mostrar el Valpo que nosotros vivimos, no esa ilusión de Valparaíso que genera la televisión, un cerro alegre lindo, soleado y europeo.
-¿Cómo surge la cita a Eduardo Parra y Álvaro Peña en esa letra?
-Son homenajes. A Eduardo es por la canción "¿Dónde estabas tú?" y a Álvaro por su frase "La repetición mata", y también "Por ahí, cerca de la quebrada del ají / encontré la indiferencia que en Chile libre nunca vi", una frase que está en la canción "El látigo de la indiferencia", que la escribió Álvaro doliente por un rechazo de Los Jaivas siendo ambos chilenos viviendo de extranjeros en Europa hace muchos años. Me gustó la idea de ponerlos juntos, se hicieron amigos en esta canción. Porque los dos han dicho lo mismo en canciones y épocas distintas: esto ya lo cantaron Parra y Peña. Y todavía sucede.
-¿Cómo ves ahora a la distancia ahora haber empezado con un disco de canciones de Violeta Parra? ¿Fue una preparación necesaria para grabar canciones propias ahora, como ir a la escuela primero?
-La época en que nos metimos en el proyecto de Violeta fue justo la época de estudiantes de música, andábamos buscando guías artísticos para analizar y sobre todo referentes que nos contaran sobre nuestra esencia. Si escuchábamos Violeta era algo muy propio, distinto de Debussy o Schoenberg o Satie. Además la Violeta es la maestra en esto de quedarse con el alma de las cosas y no con la estructura fija. Ella nos da permiso de hacer una cueca sin métrica de cueca. También nos sirvió para iniciar la búsqueda de sonido en la que estamos, la búsqueda de un sonido actual que dé cuenta de un origen.