SANTIAGO.- Una mujer que sufre extraños ataques y convulsiones. Un grupo de médicos que intenta entregar un diagnóstico científico, pero sin éxito. Una sociedad expectante ante cada nueva noticia. Un sacerdote que se involucra debido a que la única opción que va quedando es que la mujer… esté poseída.
No se trata de una cuarta o quinta entrega de "El Exorcista" o alguna nueva cinta de terror. Muy por el contrario, la historia de Carmen Marín es real y ocurrió precisamente aquí, en Chile, en 1857.
A mediados del siglo XIX, la ciencia y la religión protagonizaban una clara pugna entre razón y fe en este país. Y el caso de Carmen Marín es el reflejo de la lucha titánica entre aquellas dos formas de explicar la realidad. Y que incluso en nuestros días todavía parece existir, como lo demostraron las recientes declaraciones de Stephen Hawking sobre Dios y la creación del universo.
Como sea, el reconocido periodista y escritor Patricio Jara ("Prat", "Quemar un pueblo") es el responsable de traer hasta nuestros días este olvidado episodio de la historia nacional, a través de las páginas de "La Endemoniada de Santiago" (Ediciones B / $ 8.000). Un trabajo donde su talentosa pluma esta vez no cristalizó en una nueva novela —como era su plan original—, sino que se puso al servicio de la crónica escrita en ese entonces por el presbítero José Raimundo Zisternas. Y que gracias a una cuidada edición, transformó aquellos registros en una obra accesible para los lectores nacionales del Bicentenario.
—¿Cuándo y cómo fue que descubriste el caso de Carmen Marín?
"Hace dos años, mientras investigaba algunos datos sobre Prat, específicamente respecto a las sesiones de espiritismo en las cuales participó. Tenía un cerro de libros sobre el escritorio y de pronto en uno encuentro una línea que mencionaba a Carmen Marín y el supuesto caso de endemoniamiento. La anoté y seis meses después le seguí la pista".
—Tu proyecto original era una novela sobre este caso. ¿Cuánto tiempo te tomó la investigación y a dónde recurriste?
"Sí, quería hacer una novela. Por lo tanto estuve más de un año leyendo sobre diversos temas relacionados hasta que me di cuenta de que nada superaría el testimonio original del exorcista a quien el arzobispo de Santiago designó para hacerse cargo del asunto".
—¿Y en qué momento decidiste que era mejor abandonar la idea de la novela y pasar de escritor a editor?
"Cuando comencé a leer y a disfrutar la crónica del cura como una novela en vez que como un documento referencial. Además, empecé a subrayar más de la cuenta. Entonces supe que no había mucho más que hacer, salvo convencer a mi editora de que esta historia valía la pena reeditarla y republicarla".
—En "Prat" y "El Sangrador", sólo por mencionar dos de tus libros, se percibe en cada página tu pasión por desentrañar los misterios y episodios menos conocidos de la historia. ¿Por qué?
"Es algo espontáneo y, honestamente, no lo tengo claro. Pero supongo que en el pasado hay más futuro que en el presente".
—¿Y qué otros episodios o personajes te interesaría explorar a futuro, pensando en que fueran el punto de arranque para nuevos libros?
"Tengo una carpeta amarilla llena de recortes y siempre me hago la misma pregunta".
—¿Qué te sorprendió más del caso de Carmen Marín? ¿Lo incomprensible de su padecimiento o la actitud de las mentes científicas de la época?
"Ambas cosas, pero sobre todo lo fácil que fue que un caso de este tipo derrumbara una serie de creencias científicas que, hasta entonces, parecían estar tan arraigadas".
—Más de alguna vez te he escuchado decir que un buen libro es el que ofrece más preguntas que respuestas. ¿Qué temas quedaron pendientes de explicar (o explorar) en "La Endemoniada de Santiago"?
"Eso podrá decirlo el lector, pero me habría gustado saber más de Zisternas, el exorcista. Una de las cosas que más costó fue reconstruir su biografía. Me pasé casi tres semanas rastreando en la Biblioteca Nacional para redactar las dos páginas que hay al final del libro".
—¿Y en qué estás ahora? ¿Qué proyectos hay por delante?
"Estoy corrigiendo un pequeño libro de relatos que aparecerá en España dentro de poco. Eso me tiene muy contento y a la vez asustado. Llevo un mes pensando en un título y no se me ocurre ninguno. Quizás porque son historias demasiado modernas, a tal punto que la gente habla por teléfono".