La institutriz más famosa de todos los tiempos. Julie Andrews como la multifacética María en 1965.
El Mercurio
LONDRES.- Una sonrisa radiante, el peinado que mejor le sienta y para cada ocasión el atuendo adecuado la representan. Si en el mundo del espectáculo hay alguien que pueda ser considerada una lady, esa es Julie Andrews.
La cantante y actriz es un ejemplo casi de libro del elegante estilo inglés. Quizás esta casi natural autoridad que transmite es el motivo por el cual sus personajes cinematográficos más exitosos hayan sido institutrices. Andrews, quien el 1 de octubre cumple 75 años, es querida sobre todo por sus actuaciones en "Mary Poppins" y "The Sound of Music" (La novicia rebelde).
"Con gusto soy representante de la elegancia europea de antaño", afirmó hace poco la actriz británica en una entrevista. Y está contenta de ser considerada a su edad una "distinguida, aunque sosegada dama". Tal como se la pudo ver en esas películas en las que encarnaba una institutriz a la que ninguna colega podía hacerle sombra.
Con su esposo Blake Edwards, que cobró fama con las películas de la saga "Pink Panther" (La pantera rosa) crió cinco hijos, de ellos cuatro adoptados. Mientras tanto ambos están rodeados de una bandada de nietos. Parece la vida perfecta de una mujer perfecta, aunque Andrews también sufre más amarguras de las que suele admitir.
En 1997, luego de una operación de rutina en sus cuerdas vocales perdió la voz. Sólo un año después logró recobrarla. Abarcar con su voz más de cuatro octavas, talento que la catapultó al estrellato a los 12 años, será un prodigio que ya no podrá repetir. "Fue una catástrofe para mí y aún hoy es algo que me deprime", dijo Andrews a la revista alemana "Bunte". "Extraño horrores no poder cantar", agregó.
En cada entrevista repite que no pierde la esperanza. Quizás fue una cierta incapacidad de poder afrontar su propio destino lo que la llevó en mayo de este año a retornar a los escenarios, una presentación que terminó en catástrofe. Andrews se presentó ante miles de espectadores en el estadio 02-Arena de Londres y sufrió un angustioso ridículo.
Los críticos de los diarios tradicionales intentaron referirse al hecho con pudor. Pero la prensa amarilla y muchos espectadores se refirieron al suceso con todas las letras: Andrews ya no puede cantar, apenas entreabrió los labios, se escuchaban verdaderos graznidos. Los espectadores abandonaban la sala antes de que terminara el espectáculo y clamaban por recibir la devolución del valor de las entradas.
Si bien el desafortunado suceso no melló la imagen de la actriz y cantante, la pérdida de la voz quizás no vaya a poder superarla del todo. Es de esperar que no obstante la satisfagan su familia y sus múltiples actividades. Escribe por ejemplo libros para niños, lo que según ella misma refiere le da mucha alegría y le permite concluir: "Hago cosas que nunca habría hecho si pudiera seguir cantando".
