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Escritor descubre los recelos de la sociedad peruana a través de una historia de infidelidad

Gustavo Rodríguez presenta esta tarde en la Feria del Libro "La semana tiene siete mujeres", una intriga amorosa en la que expone el racismo latente en el Perú de hoy.

12 de Noviembre de 2010 | 14:05 | Por Sebastián Cerda, Emol
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''La semana tiene siete mujeres'' clasificó como finalista del premio Planeta-Casamérica entre más de 500 obras.

Planeta

SANTIAGO.- Infidelidades y resentimientos. Un tipo detesta a otro que hoy yace en un cajón, no sólo porque le arrebató a la mujer que amaba, sino porque lo hizo perteneciendo a un grupo que desprecia. El muerto es un cholo con todo el talento que él, un blanco de buen apellido, nunca tuvo, pero con el que ahora vuelve a estar ligado: Su ex, la viuda, le pide ayuda para descubrir quién es la amante de su marido, de cuya existencia acaba de saber por un mensaje en la chaqueta del difunto.

Ésa es la historia que el peruano Gustavo Rodríguez abre en "La semana tiene siete mujeres", novela que esta tarde presentará en la Feria del Libro (19:00 horas), con Alberto Fuguet como maestro de ceremonias.

La obra, finalista del premio Planeta-Casamérica, ha sido resaltada por reflejar algunas de las conductas discriminatorias presentes en la sociedad peruana actual, y que el autor también reconoce.

"El Perú fue el centro de un virreinato, en el que la jerarquización por color de piel se dio. Como somos todavía una sociedad poscolonial, una nación adolescente, es imposible que no haya rezagos de aquella época. Eso es lo que quise poner como uno de los temas en esta novela", cuenta.

"La sociedad peruana, y muchas de Latinoamérica, no se están dando cuenta del avance de estas nuevas clases medias, cuyas raíces hace 30 años eran puramente indígenas. En Perú estamos por fin aceptando que somos un país andino, que se está empezando a globalizar. De alguna manera, uno de los personajes, el cholo infiel, personifica ese ascenso social. Y este blanco, este pituco empobrecido, marca el camino de cómo los grandes apellidos van cediendo terreno a estos emprendedores que vinieron de menos a más", explica.

Sin embargo, Rodríguez quiere dejar muy en claro que ésta no es una novela sociológica, sino una ficción con un anclaje social. "Uno de mis temores mientras escribía mi novela es que estuviera demasiado teñida de sociología. Tengo la esperanza de que eso se note sólo como telón de fondo. Para ver temas sobre cómo avanza la sociedad peruana, tengo mis columnas en los diarios. Lo que intento es ver cómo a través de dramas personales pueden salir ramales que te hablan de un tema social en conflicto", dice.

Y de prejuicios, Rodríguez definitivamente sabe. De niño vivió la dualidad de ser "muy cholo" para el parámetro discriminatorio de unos, y "muy blanco" para el de otros. Y aunque mucho de eso ya ha quedado atrás, a sus 42 años debe convivir con otro resquemor: El de quienes lo apuntan como un escritor meramente comercial.

"Cuando me empezó a ir bien, mucha gente pensaba 'si hay un vendedor atrás, esto tiene que venderse bien', no necesariamente porque el contenido sea bueno", dice Rodríguez, aludiendo a su faceta de comunicador y publicista.

Sin embargo, agrega que "uno se va haciendo su camino", y es de lo que ha dado prueba tanto en concursos como en listas de ventas, terreno en el que se nota la nueva realidad que se configura en las letras peruanas. "La literatura peruana está encontrando un mercado que antes no tenía, por la emergencia de una nueva clase media que consume, y que antes no teníamos. Se están abriendo mercados".

Ello complementado con el enorme impacto que significó el premio Nobel a Mario Vargas Llosa, algo que "nos ha tocado a todos como país, y a los escritores nos sirve de acicate, nos emocionó mucho. Yo creo que puede ser la punta de lanza de un movimiento que nos haga por fin ver que en Perú tenemos literatura de valía".

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