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AB

19 de Noviembre de 2010 | 23:26 |
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Las recopilaciones musicales póstumas —formato habitual, valioso y rentable en el mundo entero— suelen carecer del criterio y concepto que acertadamante se le ha dado a AB. No es éste un disco de sobras ni una antología que pretenda abarcar incluso lo poco interesante de Andrés Bobe, un músico chileno al que se extraña. Muy adecuadamente, los productores Germán Bobe y Carlos Fonseca eligieron, más bien, recordar al fallecido fundador de La Ley con un recorrido conceptual por sus grabaciones. Desde un tema de 1985 ("Teorema de Pitágoras") que atisbaba la mezcla futura entre pop y hip-hop, hasta dos grabaciones impecables terminadas pocos meses antes de su fatal accidente en moto ("Silhouette" y "With you", ambos de 1994), los dieciséis temas de este disco son capaces de mostrar una misma marca de estilo en el guitarrista, cantante y productor a lo largo de nueve años, varias bandas y diferentes acompañantes.

Está aquí el pop subterráneo pero enérgico del grupo Paraíso Perdido (1986), con Bobe apoyando con sus ideas eléctricas el canto de Javiera Parra; así como dos ejemplos elocuentes del atractivo del primer álbum de La Ley (1988), cuando el grupo era un trío melancólico y sugerente en el que la guitarra de Bobe se ensamblaba con la frescura del teclado de Rodrigo Aboitiz y la voz de alto vuelo de Shía Arbulú. De su etapa en La Ley ya con Beto Cuevas a bordo, AB eligió recordar tres temas ya conocidos del grupo, aunque cantados por Bobe, no porque sea necesario aclarar una vez más la importancia clave que tenía la composición del guitarrista en el sonido del grupo sino porque ayuda a mostrarlo en facetas inesperadas y novedosas para el recuerdo central de la banda. Por último, el disco rescata cuatro composiciones antes desconocidas de lo que iba a ser el primer álbum solista de Bobe, canciones cantadas en inglés, ya filtradas por New Order y el new-romantic británico (ABC, sobre todo), con perfecta conciencia de su capacidad radial y que, en casos como el "With you", daban para un hit seguro.

Pese a la distancia cronológica y circunstancial de estas grabaciones, la ligazón estilística es innegable: suena aquí siempre un pop cosmopolita y bilingüe, que se toma muy en serio la melodía, y que comprende la guitarra eléctrica como un instrumento de servicio a un armazón amplio y sugerente, y no como una herramienta de alarde. Esa voluntaria sobriedad de Bobe como músico y compositor le otorgó caracter a sus asociaciones y una necesaria elegancia a la música chilena de hace treinta años. Es cierto que los teclados y ciertas recurrencias temáticas (introspectivas, metafóricas) hablan de códigos típicos de una época, pero incluso en medio de todos esas posibles marcas ochenteras lo que prevalece aquí es una innegable sello de autor. Más que el disco póstumo del guitarrista de La Ley, lo que corresponde aquí es hablar del primer disco solista de Andrés Bobe

—Marisol García
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