El conjunto chileno radicado en París está en una de sus tantas vueltas, pero en el ambiente más parece que nunca se hubieran ido.
Archivo El MercurioEs relativamente reciente el disco Kick, y en Chile formalmente está recién llegado. Sin embargo, ello no es impedimento para que muchas de los cientos de personas que casi llenan la pista central de la discoteca Blondie, canten y disfruten el tema "Algodón" como si lo conocieran de siempre. Es sólo el comienzo del concierto de Pánico, y sucesivamente el momento se repetirá, sobre todo hacia el final, con el espíritu tribal de "Reverberation mambo" (que a alguno le sonará más como "el perro negro").
El conjunto chileno radicado en París está en una de sus tantas vueltas, pero en el ambiente más parece que nunca se hubieran ido. En su regreso para la presentación de ese último disco, Edi, Caroline, Seba, Memo y Squat, revivieron las jornadas que patentaron en los 90 y depuraron al alero de sus siguientes álbumes: Así, para muchos de los presentes parece no tratarse de un simple concierto, sino casi de una ceremonia.
Los elementos que la adornan se mantienen relativamente estables: Persiste el sonido de garage, la psicodelia, el dance punk, los aires sónicos, y la presencia de sintetizadores y efectos que incrementaron en Subliminal Kill (2005), pero también se distingue una continuidad en lo lírico, con el divertido uso de un spanglish de tintes mexicanoides ("i'm the son of Tito Puente, y mi mami was la Guadalupe", canta Edi Pistolas en "Guadalupe").
Ese libreto es el que el grupo interpreta sin márgenes tan estrictos, y sin temor a un colapso al que se aproximan a punta de efectos en guitarra y voz, pero al que calculadamente nunca llegan.
Ésos ya son verdaderamente los nuevos cánones en que el grupo se mueve, siempre marcado por esa aura lúdica y de adolescencia eterna que no deja de resultar encantadora, y que en gran medida permite que (tal como en otra parcela lo hace Chancho en Piedra) muchos de sus seguidores se embarquen en esa frenética comunión, tallada en los 90 con la vigente marca identificatoria de "chicos Pánico".
Se descubre un nuevo trabajo en vivo, ciertamente, y hay fiesta y diversión aseguradas, pero con Pánico en Chile siempre termina por suceder algo más. Puede haber nuevos discos, nuevos sonidos y nuevo lenguaje, pero la merecida relevancia de su nombre, su repertorio singular y su postura estética, hacen que en cada concierto del grupo haya otro factor que también prime, y que no es otro que un entrañable y global reencuentro.