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Acústica para no mentir

La cantante chilena Johanna Cabrera firma Cabrera a secas si se trata de tocar y grabar canciones. Que es exactamente lo que se dispone a hacer en 2012, con la salida de su próximo disco, un año después de haber vuelto a la música con La fortuna de alegrar mi espíritu.

08 de Marzo de 2012 | 18:17 |

Alguna vez adoptó su nombre de pila para bautizar el primer disco que grabó en su vida. Trece años después en cambio es el apellido el que prefiere para hacerse llamar. La cantante chilena Johanna Cabrera es Cabrera a secas cuando sube al escenario o cuando graba un disco, dos actividades que va a practicar en esta temporada, ahora que acaba de ganar el financiamiento del Fondo para el Fomento de la Música Nacional para la grabación de su próximo trabajo.


Será su tercer disco luego de ese temprano Johanna (1998) y de su regreso con La fortuna de alegrar mi espíritu (2011). Y tal como en esas dos grabaciones, Cabrera volverá a trabajar con el músico y rockero de larga data Andrés Godoy como productor, a quien conoció en 1998, en un nuevo disco que espera terminar a mediados de 2012. Con él va a prolongar una carrera como cantante y compositora reanudada en 2008 cuando volvió a la composición de canciones.


De ese año data la melodía más antigua de La fortuna de alegrar mi espíritu, llamada "Viento del sur". "Es la primera que compuse de este disco, y una de mis canciones preferidas, por esas melodías que abrieron mi cabeza a nuevos rumbos y que me ayudaron a dejar atrás todo lo perdido", dice, y tiene otras dos canciones elegidas como carta de presentación: "Veo ángeles" y "Busco compañero", todas inscritas en un sonido en general acústico y basado en guitarras.


-Sentí que en "Veo ángeles" las atmósferas que se dieron al experimentar con voces de fondo quedaron fuera de lo común, sumado a un texto de profundas reflexiones. Y "Busco compañero" es porque pienso que refleja una búsqueda de las mujeres más en lo profundo que en la superficie. Tiene una picardía bien chilena y cuando la gente la escucha sonríe como reflexionando. Eso me gusta.


-El disco suena bien acústico aunque tiene bajo y guitarras eléctricas. ¿Cómo llegaste a ese sonido, qué te gusta de esos timbres?
-Ésa es la esencia, porque no tenía claridad de si podría armar una banda y no quería mentir. Después del disco fui armando la banda. Con la banda toco cuando se dan las posibilidades técnicas y económicas, pero lo más usual es que toque sola o que con el guitarrista hagamos un dúo de guitarras electroacústicas. Para grabar el disco mi idea siempre fue que las canciones se sostuvieran en las guitarras y la voz, muy folk.


Escoltas rockeras de viejo cuño


Nacida en Santiago, Cabrera se trasladó con su familia a Rancagua, ciudad en la que vivió entre los once y los diecisiete años y donde participó en festivales regionales, hasta que volvió a la capital a estudiar tecnología en sonido.


-Mis días en Rancagua estuvieron llenos de música y guitarra, onda trova, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa. A mi llegada a Santiago rápidamente me inserté en el mundo del sonido, compartiendo detrás del escenario y aprendiendo a escuchar nuevas cosas.


-¿En qué lugar y en qué año tocaste por primera vez en vivo?
-Cuando nací dice mi madre que mi llanto era como una canción, así que pa' mí ésa fue mi primera presentación. Cuando cabra chica canté en todos los festivales de mi colegio, en las fogatas con los amigos, ahí empezó todo.


-¿Cómo era Johanna, tu primer disco? ¿Te sigue identificando esa música o fue hace demasiado tiempo?
-Era más pop rock. Me encanta cada tanto escuchar esas canciones porque atesoran recuerdos importantes de esa época de mi vida.


La fortuna de alegrar mi espíritu fue grabado por Cabrera con músicos como Joselo Osses, pianista y acordeonista de Los Tricolores y Los Tres; Matías Morales, percusionista de Manuel García; y el hijo de la cantante, Pablo Valbuena, en teclados. Y aparte de Andrés Godoy sumó también al guitarrista Alejandro Escobar, pionero del jazz rock chileno como fundador de la banda Quilín a fines de los '70.


-Alejandro Escobar y Andrés Godoy son dos guitarristas de una generación mayor que la tuya. ¿Cómo te encontraste con ellos?
-A Alejandro Escobar me lo recomendaron como profesor de guitarra y siempre tuve una buena afinidad musical con él, naturalmente cuando decidí grabar este disco pensé en él para las guitarras. A Andrés Godoy lo conocí por mi trabajo como sonidista y de inmediato me tocó su espíritu y su técnica de guitarra. Con él he cultivado una amistad más profunda, ya que estuvo en la producción musical en el disco del '98 y también en La fortuna de alegrar mi espíritu.


-Los dos son rockeros de raíz, además, con Quilín y con Alejaica ya en los '70. ¿Qué lugar dirías que tiene el rock en tu música?
-Yo diría que, a esta altura, qué música no tiene un brochazo de rock, en cualquiera de sus vertientes. El rock y sus derivados o aleaciones siempre me acompañan e inspiran. Uno de mis discos favoritos es El lado oscuro de la luna, de Pink Floyd (The dark side of the moon, de 1973).


-¿Cómo es tocar con esa mezcla de generaciones entre Alejandro Escobar por un lado y tu hijo por otro, qué efecto provoca eso?
-Me siento fortalecida y feliz de aprender de músicos con más experiencia y sorprendida de los jóvenes talentos. Hace unos meses estoy tocando con otro guitarrista, amigo de mi hijo, que conozco de pequeño, cuyo nombre es José Carrera. Feliz de ver como estos niños van creciendo y que juntos vamos compartiendo a pesar de la edad nuestros caminos musicales, y como mamá estoy totalmente chocha de tocar con mi hijo Pablo, es una suerte de sueño cumplido.


-"Reconócete en Gabriela y Nicanor, Chile es mi jardín que me invita a salir del encierro para volver a sembrar", dices en una de las canciones. ¿Qué tienen esos dos poetas para ti, que los pusiste en ese verso?
-Son personas notables que deberían estar más presentes en nuestra vida cultural, como tantos otros anónimos poderosos del pensamiento y la belleza de nuestro Chilito.

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