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Julio Bocca trae su compañía a Chile: "El bailarín en esta época tiene que aprender de todo"

Esta vez no sobre el escenario, sino que en la dirección artística del Ballet Nacional del Sodre, el argentino propone un doble programa que mezcla piezas clásicas y coreografías contemporáneas.

23 de Junio de 2012 | 12:48 | Por Felipe Vásquez N., Emol

SANTIAGO.- Los recuerdos llueven en la memoria de Julio Bocca cuando se le menciona a Chile. El retirado bailarín argentino fue un asiduo visitante, ya sea en espectáculos propios o colaborando con el Ballet del Teatro Municipal, pero esa nostalgia va quedando de lado para nuevas experiencias en el desafío que abordó desde hace un par de años: levantar al primer plano al Ballet Nacional de Uruguay.

Bocca, el bailarín que fue capaz de convocar a unas 300 mil personas a los pies del Obelisco en el que fue su "último baile" el 2007, intenta imprimir en la compañía un sello donde lo clásico y lo contemporáneo no se estorban, con dos programas distintos que sus dirigidos ofrecerán el 25 y 26 de junio en el Teatro Nescafé de las Artes.

"La respuesta del público siempre ha sido maravillosa y agradable, me han tratado con mucho cariño y respeto", dice Bocca a Emol sobre sus anteriores visitas a Chile. "Considero que hay un público que es para ballet. Ese público hay que seguir manteniéndolo y alimentándolo, hay que darle cosas nuevas y diferentes", agrega.

Bocca deja claro que, pese a que a Santiago la compañía llega con dos programas distintos, no es para que el público necesariamente tenga que elegir. "La idea es que quizás el espectador no opte por uno u otro, sino que pueda ir a los dos", comenta. "Si quiere ver ballet, que tenga justamente dos días y con programas diferentes, de los cuales los dos mezclan lo clásico, el neoclásico y el contemporáneo, de grandes coreógrafos como Antony Tudor, Vicente Nebrada o Nacho Duato, o la incursión del gran uruguayo Martín Inthamoussu", añade.

"El bailarín en esta época tiene que aprender a bailar de todo, no sólo clásico. Lo clásico es la base, es lo principal de la compañía, pero de ahí tiene que romper y transformarse en algo más terrestre", agrega el artista.

El Ballet Nacional del Sodre cumple ya 77 años de historia y, junto al cuerpo del Teatro Colón, es el más antiguo de la región. Pero años de declive lo tenían decaído hasta que llegó Bocca, que permanecerá ahí al menos hasta el 2015.

"Hace dos años que estoy y estoy muy feliz con el trabajo, se ha crecido muchísimo", comenta. "El año pasado hicimos 80 funciones. Uno lo que hace es incentivar, hacer cosas nuevas y diferentes, y tratar de que siempre los chicos no se queden sin nada diferente. Eso sirvió para poder salir al público, producir cosas buenas, de calidad, que el público hacía mucho que no veía, y eso hace que nosotros en diez funciones tengamos a 18 mil personas viendo ballet, en un país que no tiene mucha gente, son tres millones de habitantes", asegura Bocca.

Cuando llegó a su actual posición, una de las primeras tareas que se impuso fue la de trabajar con artistas uruguayos, lo que se refleja en una de las piezas que integran el repertorio que traen a Chile: "Tres hologramas", con música del galardonado cantautor Jorge Drexler -en su debut absoluto en el ballet- y coreografía de Martín Inthamoussu.

"Era un desafío para los dos, porque Martín nunca había trabajado exclusivamente con música creada de forma especial, y Jorge nunca había hecho música para ballet. Él hace canciones, que son tres minutos. Estos son 25 minutos que tenía que crear, era un desafío. Se pusieron muy bien de acuerdo, se llevaron genial y salió una obra muy linda, muy interesante, con un ritmo más de homenaje a la milonga", relata Bocca.

A casi cinco años de su retiro como bailarín, no titubea un segundo al responder si extraña estar sobre el escenario: "No. Estoy muy feliz, me gusta dirigir y enseñar", comenta. "Cuando se cierra el telón y vienen los aplausos, sé que parte de esos aplausos, un poquito, también son para mí, por el trabajo que uno viene haciendo día a día. No estaré arriba del escenario, pero sí comparto todo ese nerviosismo, atmósfera, adrenalina que un bailarín tiene cuando está ahí", concluye.

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