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Harakiri

El líder de System of a Down esta vez renuncia al riesgo que transformara en característico, para lanzar un nuevo disco en solitario algo más apegado a sus "tradiciones".

08 de Agosto de 2012 | 12:05 |
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Desde la separación de System of a Down hasta su reunión, el cantante Serj Tankian es el que se ha mantenido más activo de todos sus integrantes. Como solista, lleva ya cuatro discos editados —considerando a éste, Harakiri—, además de numerosas colaboraciones que van desde elementos cercanos al jazz (Jazz-Iz-Christ) y la música docta (Orca), hasta libros de poemas. Eso, sin contar el profeso activismo político que practica el armenio-americano, que lo ha marcado a tal punto que en sus entregas, ya sea con System o como solista, los análisis sociales y de contingencia ocupan buena parte de sus letras.

Los anteriores esfuerzos de Tankian lo conducían a desligarse de su pasado musical, con el que chocó de frente en la gira de reunión de la banda y que pasó por Chile en 2011. Quizás sea eso lo que primó para que, tras dos discos de estudio y uno en vivo junto a uno sinfónica, el artista optara por un trabajo de rock más "tradicional", cercano a lo hecho con su banda. Eso, por lo menos, es lo que se aprecia en los primeros temas que componen a Harikiri. "Cornucopia", "Figure it out" y en especial "Ching chime", parecen incluso descartes de una época pasada, aún cuando el cantante lo pase por su lectura actual del rock.

Lo interesante ocurre, por ejemplo, con "Deafening silence", canción que se aleja de los sonidos más crudos y que se refugia en elementos electrónicos como drum machines y pads, dando ambientes más íntimos y menos saturados. Lo mismo acontece con "Forget me knot", un mid-tempo que juega con estas dos formas con las que Tankian estructura sus composiciones actuales. Esta dualidad si bien no merma el resultado final, suele quedar al debe sobre todo si se compara con cortes rockeros al hueso, como en "Ching chime", o la directa "Uneducated democracy", como también en temas en los que predominan estas formas nuevas.

Las dos caras de este trabajo hace que sea difuso el percibir si Tankian quiso refrescarse o, en su defecto, retomar el rumbo desde donde había quedado tras la separación de System of a Down. Esta duda hace que su nuevo trabajo no sea del todo representativo de su dueño, un artista que está en constante búsqueda en aras de superarse en cada entrega y, por el contrario, parece un esfuerzo de continuidad más que de riesgo.

Felipe Kraljevich M.