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Canciones de fe y perversión

Canciones de misa se llama el disco que este compositor chileno presentó en 2012 a partir de los casos de abusos sexuales perpetrados por sacerdotes como Maciel y Karadima, y es un tema que está lejos de perder notoriedad. Y no es protesta ni denuncia, plantea Abalo: más bien es sátira. "Pero no se trata de hacerla graciosita: cuando la sátira funciona, creo yo, es muy seria".

22 de Enero de 2013 | 19:48 |

No eligió un día cualquiera para la presentación. Fue en la última Semana Santa que el compositor chileno Juan Pablo Abalo puso en Internet para libre descarga su más reciente disco. Tampoco es azar que el sonido de esa música sugiera la instrumentación de las canciones de misa, y menos es casual que el título del disco sea justo ése. Canciones de misa.


"4 de abril. Canciones de misa", es el anuncio inscrito sobre una imagen que representa a Fernando Karadima, el sacerdote chileno condenado en 2011 por el Vaticano a raíz de las denuncias de abusos sexuales presentadas en su contra por diversas víctimas. Fue el estreno de este trabajo de Juan Pablo Abalo, un disco surgido como respuesta a los casos de abusos perpetrados por religiosos como el mexicano Marcial Maciel y el propio Karadima.


Canciones de misa supera hoy las tres mil doscientas descargas y fue uno de los estrenos significativos en la música de autores chilenos de la temporada pasada. "Sí, exactamente el cuatro de abril", recuerda Abalo acerca de la fecha de estreno, "es la fecha que está en unas especies de pósters promocionales que hicimos, con dibujos de Karadima, Maciel y un cura-gárgola que no es ninguno y es muchos. No, casual en ningún caso, era para participar de la Semana Santa con humilde aporte".


Pocos días después de la publicación del disco, el compositor dio para el sitio Sesiones Vivas una entrevista en las inmediaciones de la la capitalina Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, más conocida como la Iglesia de El Bosque: la misma en la que Karadima fue párroco por más de dos décadas, en la época en la que ocurrieron los hechos denunciados por el médico James Hamilton, el periodista Juan Carlos Cruz y el doctor en filosofía José Andrés Murillo, entre otros afectados.


-Y antes, cuando hicimos el teaser, que es como un adelanto del disco, grabamos con un amigo unas imágenes de la misma iglesia, y pasaron un par de veces unos autos espectaculares, que paraban como a amedrentar. Pensaron que nos íbamos a asustar. Pero lo que hicimos fue decir "ya, filmémoslos", y ahí se fueron -recuerda Abalo-. Es curioso el fenómeno de grabar ahí cerca, porque de alguna manera es una iglesia manchada ya.


El dolor detrás de la sátira


Es el tercer trabajo publicado por Juan Pablo Abalo, que suma de este modo la opereta audiovisual El participante (2010) y los discos Sietecanciones (2011) y Canciones de misa (2012).


-Creo que es un disco que se necesita escuchar varias veces, requiere leer las letras, escucharlas, poner atención en eso -considera-. Claro, esas cosas hoy día, para la inmediatez que tiene todo, son como… chancho en misa.


-Para seguir con la temática.
-Claro.


-Pero fue tu opción hacer un disco más reflexivo.
-Sí. También es una decisión hacer una especie de disco "periodístico", o que recoge la noticia, que se construye y se hilvana de acuerdo a esas noticias. Fuera de haber ido a misa hasta, no sé, los quince años, más obligado que por ganas, y fuera de haber estado en colegio de curas y haber sido criado más o menos en la religión católica, hacer este disco fue tomar un tema de alguna manera ajeno.


-¿No hay nada de personal, un exorcismo propio?
-No, no fui abusado ni me tocó nunca un cura, aunque sí conozco a personas de ese mundo. Para mí es concluir un disco a partir de historias ajenas. Pienso en esas canciones que se tratan de boxeadores, de asesinos, esa idea me gustaba, pero en un disco completo. Al principio hice una canción sólo sobre Karadima, cuando vi la entrevista a (James) Hamilton, pero a partir de ahí aparecieron otras canciones y pensé en por qué no trabajar un disco sobre esta temática.


Abalo se refiere a la entrevista que James Hamilton, uno de los denunciantes de Karadima, dio en el programa de televisión "Tolerancia Cero" el 20 de marzo de 2011, en la que además de confirmar los cargos contra el párroco acusó la complicidad de otros jerarcas eclesiásticos como el cardenal Francisco Javier Errázuriz. Y esa primera canción surgida a raíz del episodio es la que se escucha ahora al comienzo de Canciones de misa, titulada "El pastor". "Es que era muy impresionante la noticia", dice.


-¿Qué recuerdas que te impactó de esa entrevista?
-El nivel de… creo que ahí sí que había un exorcismo en todo lo que dijo. Cosas que además creo que son ejercicios muy sanos en Chile, donde en general nadie dice demasiado la verdad, nadie se muestra demasiado frágil. Además en ese tiempo coincideron muchos casos similares, y llama la atención el nivel, la cantidad de casos, las alianzas entre poder y riqueza, el hecho de que (el empresario Eliodoro) Matte haya respaldado a Karadima, que en un principio haya pagado por la defensa, esa defensa ciega…


"Yo en esto no meto para nada a todos los curas", precisa Abalo. "Creo que hay sacerdotes extraordinarios, (Mariano) Puga, (Fernando) Montes, que me parece sensatísimo, Pierre Dubois, que murió hace poco, y me parece más coherente con una vocación por la pobreza. De hecho no es un disco para nada agresivo, más bien empatiza con lo que significaría para alguien ser víctima de todo eso".


-¿Cómo fue elegir desde qué punto de vista acercarse a este tema? ¿No es un disco de denuncia, de protesta?
-No, para nada, no es de protesta ni denuncia ni cerca de eso. Hay una forma que me gusta, que es a través de la sátira, pero no se trata de hacerla graciosita: cuando la sátira funciona, creo yo, es muy seria; tiene que ser muy seria. Para que logre el efecto de conmover o hacer pensar. De hecho el nombre (del disco) tiene ese sentido. Hay gente que efectivamente creía que eran canciones de misa.


-¿Y en la música también buscaste ese carácter?
-Tiene un cierto sonido de la música de iglesia, es una música con la que yo de chico me emocionaba; en los funerales o en las mismas misas determinadas canciones eran muy emocionantes, sobre todo cuando eran arreglos de otras canciones. Me acuerdo de una de (el dúo folk estadounidense) Simon and Garfunkel.


-¿Cuál?
-En versión español era "Padre nuestro, tú que estás…" -tararea.


-"The sounds of silence".
-Sipo, "The sounds of silence". Y varias. Yo siempre me voy a acordar de ésa por el impacto cuando hice la relación (con la canción original).


-Es verdad eso, en las misas tomaban canciones y les cambiaban la letra. Otro caso es esa letra "Caminar, caminar, nunca para atrás mirar", pero la canción era "Wooden heart", la que cantaba Elvis Presley.
-Exactamente, había muchas de esas adaptaciones de villancicos y todo. También tenía ese historial, hice estas canciones con ese sonido acústico de los grupos de parroquia, en los que suenan muchas guitarras. Ahí me agrandé y puse el violín, el contrabajo y el órgano, que es fundamental. Hay un intento de unión también con la música eclesiástica antigua, que es súper rica. Para mí es tratar de unificar la música popular y la mal llamana "música clásica".


-¿A qué te remontaste en esta raíz de la música eclesiástica?
-Bueno, hay música de Bach, hay ciertos gestos de instrumentos de cuerdas, de violín, bajo o del órgano. El órgano es una especie de bajo continuo que está siempre atrás, nunca protagónico, pero siempre con ese color como una especie de empastado de todos los otros instrumentos.


-La fecha del disco, el título, la sonoridad, son parte de esa sátira seria de la que hablabas. No es algo burlesco ni menos grotesco.
-Porque también detrás de la sátira yo creo que hay dolor. Las sátiras generalmente son un modo de exponer algo muy contradictorio y chocante incluso, pero desde un lado más serpenteado, digamos. No tan obvio.


Multiplicación de las voces


Después de Karadima el nombre que figura en Canciones de misa es el del sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de la congregación católica Legión de Cristo o Legionarios de Cristo, también sancionado por el Vaticano en 2006 y reconocido abusador de menores, con una larga lista de escándalos sexuales a su haber.


-Eso está en "El legionario" (otra de las canciones del disco), que se refiere a Maciel y a todo lo que representa: un líder que no es cualquiera, es una especie de rockstar de la perversión. Es muy sorprendente que sus seguidores sigan funcionando como una legión y sosteniendo las mismas ideas. Es un poco como pasa con los pinochetistas, cuando ya no queda otra que caer en cuenta de que el tipo fue un dictador cruel y además ladrón, el argumento que encuentran para seguir es "bueno, pero dejó bien instalada la economía". Con los Legionarios es eso pero con los valores profundos.


Pronto en el disco los nombres propios ceden espacio a episodios más próximos a la ficción. "Este disco tiene que ver con el modo de hacer películas de Bergman o de Haneke, como 'La cinta blanca'. Para mí es una pequeña película", plantea Abalo antes de hacer una revisión del repertorio. "Hay partes instrumentales, hay nombres y apellidos, momentos de relación. 'Procesiones' es una música instrumental para entrar al mundo del sufrimiento de una persona abusada o traicionada. Las últimas dos ("Ausente" y "La confesión") son diálogos con un Dios, el  reclamo que haría un fiel ante el abandono de un dios, pero también ante la ausencia de una familia, cuando ciertas familias preferían, me acuerdo de haber escuchado, que no se supiera la situación, por lo angustioso que es socialmente".


-Ese diálogo tiene algo de cinematográfico. Claro que tú haces los dos personajes.
-Sí. Pensé en un momento ocupar dos voces, pero era muy obvio. "La confesión" es un diálogo entre dos personas, uno de ellos un sacerdote que manipula la situación.


-En "El pastor" toda la canción está escrita en tercera persona, salvo la línea "Y pasaron muchos años / su vida junto a la mía", donde la historia se hace más próxima al que canta. Y al que escucha.
-Totalmente. Es en el fondo ponerse en el papel de muchos personajes. Me inclino más por lo que hacen la literatura o el teatro, hablar desde diferentes voces. Creo que es muy agotador en la canción hablar de uno todo el tiempo. No quiero decir que no lo haría en ciertos discos, de hecho en el anterior había más de eso. Ahora, mucha gente te dice que el autor tiene que hablar de sí mismo, de uno. Pero creo que en la música es bueno el ejercicio de agarrar otra historias, porque uno puede tender a estar toda la vida contando las alegrías y las penas propias.


Julio Retamal (violín, guitarra y piano) y Alejandra Santa Cruz (contrabajo), ambos integrantes de la Orquesta de Cámara de Chile, acompañan al compositor en el disco, junto al poeta y músico Felipe Cussen (flautas dulces) y al ingeniero de sonido y músico Alfonso Pérez (bajo eléctrico). Y Abalo se hace cargo de guitarras, órgano, piano eléctrico, batería y voces. Todas las voces, incluso multiplicadas en un coro en una de las canciones. "Casi como la idea de un coro eclesiástico", comenta.


-Otra emulación.
-Sí. La voz es una cosa que me gusta mucho, pero no la "buena voz", técnicamente buena. Me gustan más las raras voces, a veces.


-¿Por ejemplo?
-Bueno, (Bob) Dylan mismo tiene una voz rasposa. La Violeta Parra tenía una voz que era rechazada, incluso, son voces una personalidad diferente. Esas "buenas voces" parecieran crear a veces un abismo mayor entre el que escucha y el artista, digamos, más que esa cercanía con alguien que canta como habla y reconozco su voz.


-¿Eso vale también para cualquier instrumento? ¿También validas que alguien toque un instrumento de manera intuitiva?
-Lo valido, pero creo que es más difícil. Por ejemplo ponerse a tocar un violín a los veinte años, sin ninguna técnica, puede ser más ingrato incluso para la persona que lo hace, puede costar mucho. La voz es probablemente el instrumento más transparente de todos, el más natural, se puede decir.


Hasta ahora Juan Pablo Abalo no ha presentado Canciones de misa en vivo, pero es un propósito que tiene reservado para 2013. "Tengo planes de tocarlo y no es complejo. Necesitaría más gente nomás", dice, ahora que además acaba de terminar la música para una película muda de la realizadora Carolina Larraín basada en el "Preludio a la siesta de un fauno", de Debussy. Y por mientras, con casos recientes como los de los sacerdotes Cristián Precht o John O'Reilly, los casos de abusos eclesiásticos no pierden un ápice de vigencia.


-Más bien me sigue impresionando la complejidad del problema, los abusos, las relaciones de poder, la élite, la Iglesia, la moral, el silencio -concluye el compositor-. Son temas que no se hablan, siguen muy amarrados. Parece entonces que no es tan fácil que se trate este asunto como Dios manda.

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