La carrera de Korn ha sufrido tantas mutaciones que ya es complejo descubrir al grupo que alguna vez cantó "Blind" detrás de capas y capas de producción y ventilados regresos a su materia más primitiva. Lo último, el experimento denominado The path of the totality (2011), fue lo que en alguna medida terminó con todo: La mezcla de electrónica, dubstep, ambient y una serie de otras corrientes, unidas sólo por la voz de Jonathan Davis como único elemento reconocible de la estética que han desarrollado los cultores del nü metal (o aggro metal, como se prefiera). Así, los anuncios rimbombantes que antecedieron a The paradigm shift y que lo catalogaban como la mentada "vuelta a las raíces", quedaban en una nebulosa luego de la presentación del primer sencillo del disco, "Never never".
Sin dudas, esa canción representa un momento aparte de lo que en general se puede escuchar en el nuevo álbum del grupo. Una primera pasada, rápida y sin mucho pensar, descubre de inmediato la presencia de Brian "Head" Welch en la guitarra, quien regresa al grupo luego de ocho años de ausencia, con lo que la banda retoma su sonido más clásico mezclando el trabajo de "Head" con "Munky", y logrando de esta forma que se cumpla en parte esto del "retorno". El primer corte del elepé, “Prey for me”, suena al Korn más clásico, al igual que “What we do”. Quizás la decisión de que estos temas vayan al inicio del elepé sea precisamente para eso, para reafirmar esta noción. Y, de la misma forma, que después de temas más arriesgados como “Spike in my veins” —con una mayor participación de teclados aunque sin esos arranques del registro anterior del grupo— aparezca un corte como “Mass hysteria”, que recuerda al Korn que dominó al mercado a finales de los noventas, parece ratificar que al conjunto le faltaba “Head” como elemento fundamental en la estructuración de su propia apuesta.
Si bien es cierto que en The paradigm shift la banda cae en sus propios clichés, lo cierto es que están bien justificados. El ataque de las guitarras en “Paranoid and aroused”, que se relaciona de buena forma con los efectos más electrónicos, da a entender que Korn aprendió de su paso en falso. Y si se busca un tema que permita ratificar esto, el cierre con “Tell me what you want”, canción que está en la edición de lujo de este trabajo, tiene todo lo que se espera del grupo, incluidos los “fuck you” de antaño. Así, sin firmar un gran registro en lo que a originalidad se refiere, Korn por lo menos comprende que en el cruce de sus ambiciones podría estar la respuesta a su evolución, algo que llevan buscando desde hace mucho tiempo.
—Felipe Kraljevich M.