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Santiago: Martes 30 de abril del 2024 | Actualizado 00:27
Gonzalo Cruzat afirma que el ánimo de su hijo ya no es el mismo que hace 41 días, cuando ingresó al Hospital Clínico de la Universidad Católica.
El MercurioSANTIAGO.- Está llegando marzo y para la familia Cruzat “el tiempo se está acabando”. El 13 de enero, Felipe, su segundo hijo, quedó internado como prioridad número uno en la lista de trasplantes, producto de una miocardiopatía dilatada, tiene una insuficiencia cardiaca irreversible.
Según el parte médico entregado este mediodía por el Hospital Clínico de la Universidad Católica, el menor de 11 años se encuentra "estable dentro de su extrema gravedad".
Hasta hace un par de semanas, Gonzalo Cruzat afirma que el escenario era más esperanzador y que, a casi un mes y medio de su internación, "la situación está mucho más complicada”. “Hay una serie de elementos que nos van señalando que el deterioro de Felipe va progresando y que se va agotando el tiempo", relató el padre del menor.
El parte médico confirmó que "no hay compromiso de otros órganos" y que "en las últimas 48 horas el menor no presentó complicaciones y responde a las medidas de soporte cardiaco necesarias para mantener funcionando su corazón, su estado sigue siendo delicado".
Cruzat reconoce que, "así como a Felipe la espera le ha estado pasando la cuenta, a nosotros también como papás". "Estamos agotados, porque todavía no tenemos ninguna claridad de cuánto más pueda resistir", afirmó.
Sin embargo, señala que "Felipe está tranquilo, en paz y confiado en que le va a llegar el corazón", también reconoce que "estos 41 días han sido una eternidad para él", y que "está muy cansado, que las fuerzas se le están agotando, acabando".
Gonzalo Cruzat afirma que su hijo "se ha mantenido en una estabilidad bastante precaria" y que "en este minuto, cuesta entender lo que habla, porque es tan poca la energía que tiene, que habla despacito, casi inentendible".
Los dos hermanos de Felipe, José Francisco y Tomás, están esperanzados en que le llegue un corazón luego a su hermano. Según afirmó el padre de los niños, "ellos se fueron unos días de vacaciones a la casa de mis padres a Olmué, pero los fui a buscar ayer, porque me dijeron que se sentían un poco lejos de Felipe y que querían estar más cerca".
Aunque Gonzalo Cruzat afirma que no sabe cuántas posibilidades de trasplante ha habido, "sí sé que hubo una familia que no quiso donar un corazón".
Para el hombre que espera hace 41 días que a su hijo le llegue un corazón, "es increíble que, después de todo el esfuerzo que hemos hecho, haya familias que se niegan a donar".
"Es penoso que la generosidad, a veces, de las familias, no sea la que esperamos, y que, si tienen la posibilidad de dale vida a otro niño, se nieguen. Nos duele, pero lo aceptamos", afirma Cruzat.
