SANTIAGO.- "Mi madre siempre me decía 'tú nunca te vas a casar, porque eres muy jodida'", recuerda Pilar Bravo (69) -entre risas- ante la mirada atenta de Jorge Arriet (81), su marido y compañero "oficial" desde el 25 de mayo de 2013, cuando pasaron a engrosar la lista de matrimonios que se casan por primera vez después de los 60 años.
Según cifras del Registro Civil, en lo que va del año se registra la unión de 92 parejas en que uno de los novios nunca antes había formalizado su vínculo.
"Yo, por ejemplo, tuvo dos opciones antes. Tenía todo listo, pero me arrepentí, no quise dar el sí", cuenta "Pilo", como le dice su esposo, al que conoció en 1969, cuando era secretaria en el taller de su cuñado Hernán.
"Cuando lo vi me cayó tan mal, era tan pesado. Él con su discapacidad (una poliomelitis le afectó su pierna derecha) era súper creído. Pero yo, maciza y todo, igual me creía regia-estupenda, así que no lo pesqué. Después, por azares de la vida nos dejamos de ver por 22 años hasta que un día, yo de vuelta en Santiago, quise buscar a su hermano y él me llevó en su auto. Hacía frío, llovía. Y entrador como él solo, viene y me invita a cenar. Ahí empezó todo", relata.
Corría el año '91 y "empezamos una amistad muy bonita. Un año después nos dimos el primer beso", añade, interrumpida por un "¿tanto me demoré?" de Jorge. "Si por eso me empezaste a gustar, si no te mandaba a freír monos a otro lado", responde Pilar, que durante ocho años no tuvo tapujos para rechazar su solicitud de matrimonio.
"Estábamos en Ñuñoa y me pidió que nos casáramos. 'Tai' más loco, le respondí... Si me regaló hasta una argolla. 'Tú sabí' que no me voy a casar nunca. Así que sin compromisos, tú con tu vida y yo con la mía'", cuenta.
No hay primera sin segunda
Superada esa frustrada "pedida de mano" en 1999, la pareja continuó -ahora viviendo en Huechuraba-, donde reforzaron lazos por otros catorce años.
"Todas las cosas se fueron juntando. El hecho de yo ser mamá soltera, su preocupación por mis hijos, sus atenciones conmigo, su paciencia infinita. Son cariños que no se pagan con nada en la vida", sostiene Pilar.
"Hasta que a principios de este año, él estaba jugando en el computador y me dijo 'vieja, casémonos. Yo no sé si voy a morir primero, pero imagínate me pasa algo, quedarás protegida, no quiero dejarte mal', siguió. Primero le respondí 'ya sabí que no me voy a casar', pero después de un rato lo cambié por un 'bueno ya, casémonos'", revela.
Sin importar los prejuicios y sorprendiendo a hermanos, hijos -Pilar tiene dos y Jorge, tres- y nietos, el 9 de marzo contaron la noticia. "La mayoría quedó asombrada", recuerda Jorge, que dos días después en compañía de Pilar fue a pedir hora al Registro Civil.
"¿Qué se les ofrece?, nos preguntó una señorita. 'Nada, me quiero casar', le dije, y ella nos miró y aterrizó altiro mi idea: 'De aquí al 25 de abril tienen para pensarlo, porque no los voy a casar para que se separen al mes, ese día me confirman y les doy la fecha del matrimonio'", comenta.
La boda quedó para el sábado 25 de mayo. En medio de los preparativos, ambos tuvieron sus despedidas de soltero.
"A Jorge se lo llevaron un hijo, dos yernos y mi hijo, y le organizaron un asado de dos días. Yo no quería nada para mí, pero mis compañeros en el trabajo igual me organizaron una. Hubo cóctel, regalos, figuras XXX de chocolate y hasta el doble de Marco Antonio Solís. Eso sí, no hubo vedetos", aclara entre risas.
Sí, acepto
"Fue en nuestra casa donde la jueza del Registro Civil nos casó y el diácono de la iglesia bendijo nuestra unión, porque todos los curas nos pusieron problemas", recapitula Pilar.
Y a pesar de lo anterior, añade, "realmente todo fue hermoso y no me arrepiento en lo absoluto".
"Es el punto final de mi vida y quiero terminarla con él", dice tomada de la mano de Jorge, quien logró lo que parecía imposible. "Ahora soy una señora... lo que son las cosas...".
La directora del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), Rosa Kornfeld, sostuvo que en la tercera edad "el amor y el afecto adquieren especial relevancia", lo que "explica" bodas como la de Pilar y Jorge.
"Las personas mayores lo que más resienten es el aislamiento, el abandono y la soledad. Si esto aparece como una carencia profunda, las relaciones significativas, el afecto y el amor surgen como el antídoto natural", señaló.
En ese sentido, indicó que "las relaciones de pareja en esta etapa de la vida suelen ser muy significativas y tienen un impacto positivo en diversos ámbitos para la persona mayor".
"Si bien, el amor no se centrará en la pasión, las personas mayores pueden amar y cimentar su relación de pareja en la complicidad, el cuidado mutuo y el compañerismo", concluyó.