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El Festival Es Mío (Me lo Quieren Quitar)

Columna de Paulo Ramírez

17 de Febrero de 2000 | 02:15 | El Mercurio
Canal 13 no quiere que le manoseen el festival. Sabe que es un fenómeno informativo, así lo ha definido, y para eso ha dado acceso a la prensa en general, incluyendo a los periodistas de los demás canales. Pero no quiere que otros se lo manoseen.

El festival no dura unas pocas horas cada noche. Dura veinticuatro horas todos los días, y a esas veinticuatro horas su dueño quiere sacarles partido. Tiene toda la razón y todo el derecho. Incluso las autoridades de TVN -en cuyo matinal se dio la voz de alerta acerca de la falta de acceso a las diversas actividades que rodean el evento- lo han reconocido.

Pero los del matinal siguen un poco enojados, lo que contrasta con la cobertura limpia y objetiva que ha hecho el departamento de prensa del canal estatal. En un despacho del martes, después de que la periodista acreditada presentó notas y dio diversas informaciones, su colega del matinal, Italo Passalacqua, habló sobre lo que el festival podría haber sido y no será: dijo que no vendrán ni Britney Spears ni Ricky Martin ni Luis Miguel ni Shakira, personajes que podrían haber elevado un poco la calidad del show. Una sutil venganza. Y el problema está terminando más o menos ahí.

La política de Canal 13, en todo caso, no deja de tener sus riesgos. Con el festival pasa algo parecido a lo que ocurre con el fútbol. Se dice que si se transmiten los partidos por televisión, la gente dejará de ir a los estadios. Pero si no se transmite ningún partido, el fútbol empieza a estar menos presente en la televisión, que es la gran vitrina de todos los fenómenos actuales, y, por lo tanto, puede comenzar a desaparecer de las preocupaciones de la gente.

Lo mismo en Viña: si sólo el canal que lo organiza y emite le da categoría de gran suceso, y los demás se marginan (como pasó en las primeras versiones a cargo de Megavisión, cuando los demás, sobre todo Canal 13 y TVN, lo observaban como un espectáculo de poca monta), su dimensión como evento decrece.

En realidad, mientras más se hable de Viña, mejor para Canal 13. Mientras más polémica y más revoltijo se produzca, más rating podrá tener cada jornada de transmisión.

Pero Canal 13 lo quiere todo (y pagó para obtenerlo). Sabe que la competencia no se da sólo durante la transmisión del festival mismo. En realidad, ahí ni siquiera hay competencia; los últimos años lo han demostrado. La competencia se da en el resto del día. Y la diferencia empieza a estar en qué capacidad de producción puede cada uno movilizar. Quién entrevista a Cecilia Bolocco, quién está a solas con los A*Teens, a quién le adelanta algunos chistes Alvaro Salas. Todo eso sólo Canal 13 lo tiene y con toda razón lo va a seguir defendiendo.

El problema está en que no se les vaya a pasar la mano. Hay que recordar que su contrato dura siete años, y el exceso de celo podría llevar a que en su séptima edición el Festival de Viña sea algo así como un programa más de su parrilla, un show que los demás canales podrían perfectamente ignorar. No lo están haciendo esta vez ni lo harán la próxima, pero quién sabe cómo reaccionarán después de varios años. Tal vez, al festival del 13 un poquito más de manoseo no le haga tan mal.

Paulo Ramírez
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