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Recuerdos, humor y merengue en la segunda noche

Más allá del fenómeno de Joe Vasconcellos, todos los artistas de la segunda noche destacaron por su buena comunicación con el público. Todos se fueron con una gaviota para la casa.

18 de Febrero de 2000 | 03:30 | El Mercurio
La segunda jornada del Festival de Viña se inició puntualmente y sin mayores preámbulos. Y la premura, sumada a la apertura a cargo de Emmanuel, fue un pasaporte directo al pasado. A seis años de su última visita a la Quinta Vergara, el mexicano inició su espectáculo con los coros de su más reciente canción, "Sentirme vivo", pero sólo para deslizarse a través de ellos hacia su historia.

Corroborado por un negro chaquetón largo como los que se llevaban en los '80, el cantante volvió a 1989 para cantar "Bella señora", a 1990 con "No he podido verte", y a 1992 con "Magdalena", en los primeros minutos de show. Emmanuel ya puede jugar sin problemas a la máquina del tiempo sobre un escenario.

Basado sobre todo en su catálogo, anoche el mexicano cantó, se ganó el grito masivo de la platea femenina y volvió a hacer gala del baile que escaseaba en la canción radial latina antes de su llegada. Todo antes de encomendarse al santo nombre del compositor español Manuel Alejandro para cantar "Pobre diablo", "Detenedla ya" y la andanada de éxitos de un disco capital, "Intimamente" (1980), como "Quiero dormir cansado", "Tengo mucho que aprender de ti" o "El día que puedas".

Escoltado por un grupo de trece músicos y coristas y víctima de un sonido no totalmente nítido al comienzo del show, Emmanuel dio una entusiasta aunque escasa prueba de vigencia, al mostrar la canción que titula su más reciente disco, "Sentirme vivo" (1999). Pero el cantante redondeó un show que, aunque breve, lo mostró por igual en el pasado y el presente, y que en pantalla alcanzó un peak de 48 puntos on line a las 22:46 horas-.

Capaz después de más de veinte años de carrera de aludir a un eventual retiro y de preguntar al público sobre si prefiere una canción de amor o para bailar, o si quiere una de ayer o de hoy, Emmanuel trajo, tal como Juan Luis Guerra en la jornada inaugural, un espectáculo sin edad y sobreviviente a la moda.

Daniel, El Malo

Tras un año 1999 calificado por él mismo como el más exitoso de su carrera, Daniel Muñoz inició el 2000 dejando en claro que lo suyo es la actuación, el teatro, la comedia si se quiere, pero no el humorismo. Para ello, terminó su actuación de 45 minutos con un video donde él mismo se preguntaba cuándo volvería el personaje que en los 45 minutos inmediatamente anteriores había hecho reír con ganas a la Quinta Vergara. Usó palabras de grueso calibre para responder que ese momento llegará un día que difícilmente llegue.

Luego de un comienzo titubeante, El Malo no se escapó un milímetro de la rutina que lo popularizó en la pantalla chica. Dialogó con Antonio Vodanovic, con Cecilia Bolocco y con José Alfredo Fuentes, siempre con el objetivo de desmitificar, vía humor, vía lenguaje sin sutilezas, todos aquellos aspectos de la cultura popular local que siquiera huela a sagrado. O sea sagrado.

Para el personaje de Daniel Muñoz, ganarse una Gaviota en Viña es un trámite -la pidió al inicio de su show y se la dieron-; animar el certamen es sencillo, también dirigir la orquesta y para qué hablar de manejar al público -pidió que lo pifiaran y lo pifiaron-. Para El Malo, el carácter católico de su canal no le impide pedir públicamente la exhibición por TV de "La última tentación de Cristo", cinta prohibida en Chile. Tampoco alegar por la censura de sus rutinas.

En bambalinas, el actor de teatro y cine agradeció la acogida. "Reconozco que venía prejuiciado a la Quinta. Venía a actuar y ¡chao! Pero no, acá hay una energía que no había sentido nunca. Este lugar es un fenómeno y todos lo decían, pero yo pensaba que era un cliché", comentó.

El actor explicó también el futuro de su personaje. "Está agotado y es nuestra responsabilidad darle unas merecidas vacaciones. Ariel (Galindo, su guionista) y yo no queremos ser explotadores. El personaje ya hizo más de lo que debió haber hecho", dijo. Aunque dejó abierta la posibilidad de reeditarlo en algún momento: "Ningún personaje que la gente quiere muere".

Muñoz comentó que no teme a las reacciones que puedan tener los aludidos en su rutina (políticos y figuras de la TV, como Tati Penna). "Al contrario, espero que reaccionen positivamente", dijo. "A Chile le falta sentido del humor, necesitamos faltarnos el respeto con humor". También descartó que sus actitudes y bromas de doble sentido hayan molestado en serio a la animadora del festival, a quien casi hizo caer en un momento. "La Cecilia (Bolocco) jugó en forma espectacular con El Malo", opinó.

Elvis Crespo, Merengue Instantáneo

Hay una frase que Elvis Crespo realmente ama pronuciar sobre un escenario: "Que toda la gente que se sienta orgullosa de haber nacido en su país me lo demuestre con las manos así". Lo dijo ocho veces ayer, durante el show con que el merenguero puertorriqueño cerró la jornada. Hombre de conceptos pocos pero seguros, Crespo hizo durar seis canciones durante más de una hora y logró hacer bailar a la Quinta al unísono.

Cultor del mismo ritmo con que Juan Luis Guerra abrió la jornada inicial, Crespo emplea el método opuesto al cantante dominicano: casi nunca con más de dos acordes y con una melodía de imaginación mínima, las canciones de Crespo son todas igualmente limitadas. "Píntame", "Suavemente" y "Tu sonrisa" son distintos títulos para el mismo tema, pero tienen a su favor un pulso constante que se transforma en un trance. Lo mejor de su espectáculo es la banda que lo respalda, una jungla de seis bronces y cuatro percusionistas gracias a la cual Elvis logró finalmente apagar el histórico clamor por Vasconcellos.
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