MIGRACIONES EN AMÉRICA LATINA - URUGUAY

“Eso lo pudimos hacer con los ahorros que trajimos de allá. La idea es quedarnos a vivir en nuestro país y educar acá a nuestro hijo Máximo, de dos años. Y si se puede, volver a Europa pero a pasear y seguir conociendo”, dijo Vigneri.

Según la Encuesta Nacional de Hogares Ampliada del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de 2006, los migrantes de retorno —como Vigneri y Collins— constituyen el 3,7% del total de la población uruguaya, es decir unos 122.00 uruguayos. En 1996 los emigrantes uruguayos eran el 14% de la población, recordó el politólogo Martín Koolhaas. “Podemos decir que ha retornado uno de cada cuatro migrantes uruguayos, y no es poca cosa”, dijo.

Según Koolhaas, el perfil del “retornante” uruguayo indica que está en su etapa laboral activa, con una edad promedio de 44 años desde 2000 a la fecha. Es un perfil muy similar al del emigrante: predominantemente jóvenes (más de la mitad tenía menos de 30 al emigrar), mayoritariamente hombres, y un nivel educativo mayor al de la población residente en el país.

“Aquel que acá era un profesional calificado y tenía una buena ocupación, se va para allá y desempeña un puesto similar al que tenía aquí. Se puede notar que el porcentaje de profesionales y técnicos de emigrantes es levemente superior al de los que residen en Uruguay”, agregó.

La demógrafa Adela Pellegrino, tutora del informe de Koolhaas titulado Magnitud y características de la migración de retorno en Uruguay (1986-2006), dijo que sus trabajos de investigación desvirtuaron algunas creencias arraigadas en el país en los años poscrisis. “El mito ese del médico que se va a España a manejar taxis no lo encontramos”, dijo Pellegrino.