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Para otros, San Bonifacio, uno de los grandes misioneros de la evangelización europea, fue el inventor del Árbol de Navidad. Según cuenta la historia, al santo le molestaba la tradición pagana de culto al roble y un día, cuando se encontraba predicando entre los germanos, cortó uno, el que al caer derribó todo lo que había a su alrededor excepto un pequeño abeto. San Bonifacio interpretó el hecho como un mensaje y lo bautizó como “el árbol del Niño Jesús”.

En el siglo XVII, el Árbol de Navidad comenzó a ser utilizado en la ciudad francesa de Estrasburgo, para luego expandirse hacia los países del norte. Dos siglos después, el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, lo introdujo en Inglaterra, desde donde emigró hacia Estados Unidos y luego América Latina.

Actualmente, los árboles de Navidad son decorados con guirnaldas, bolas de colores y luces, entre otros tantos adornos, todos con un significado propio. Las luces, por ejemplo, recuerdan que Dios es la Luz del mundo que ilumina nuestras vidas; la estrella evoca el nacimiento de Jesús en Belén, y los regalos que se ponen a los pies del árbol simbolizan el oro, incienso y mirra con que los Reyes Magos adoraron al Niño Dios.

El Pesebre

Fue San Francisco de Asís quien popularizó la costumbre de armar un pesebre, idea que tuvo tres años antes de su muerte cuando celebraba la Navidad en la ermita de Greccio en el año 1223.

Con la autorización del Papa Honorio III y ayudado por un soldado llamado Juan de Greccio, el santo comenzó los preparativos 15 días antes del 25 de diciembre. Eligió un lugar abierto donde puso un paño blanco y una gran cantidad de heno. Luego llevó un asno, un buey y otros animales, y convocó a todo el pueblo para celebrar una misa en el lugar.

El Papa Honorio III concedió indulgencia a todos los que asistieron a la ceremonia, y el heno que se ocupó para el pesebre sirvió para sanar a las personas y a los animales.

A partir de ese momento, la idea de recrear la escena del nacimiento de Jesús con figuras hechas de barro se expandió por Italia y todo el resto de Europa, convirtiéndose en una tradición para los católicos.

En el caso de América, los pesebres fueron introducidos por los misioneros que llegaron durante la Conquista. Las representaciones fueron adaptándose a la realidad de cada país, convirtiéndose muchas veces en verdaderas obras de arte.

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