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Río 2016: el deporte es la esperanza de los niños cariocas que buscan huir de la violencia

El boxeador brasileño Roberto Custodio creció en una favela, donde en medio de la delincuencia y las pobreza vio cómo era asesinado su padre. Ahora en agosto representará a su país en los Juegos Olímpicos.

03 de Febrero de 2016 | 06:32 | AFP
RÍO DE JANEIRO.- Para los niños de Maré, una de las favelas más peligrosas de Río de Janeiro, el sueño de una medalla olímpica puede representar mucho más que eso: un salvoconducto para sobrevivir.

El boxeador brasileño Roberto Custodio creció viviendo la violencia en carne propia con el asesinato de su padre en la favela de Maré, uno de los barrios de la empobrecida zona norte de Río. De no haber sido por el deporte, su destino podría haber sido el mismo.

"Vi que el deporte podía darme un rol", dijo en su centro de entrenamiento en Sao Paulo. "Quería ser reconocido como boxeador, no como un delincuente. Y ahora puedo ganar los Juegos Olímpicos en mi propia ciudad".

A sus 29 años, Custodio recuerda sus comienzos en el gimnasio de la ONG Lucha por la Paz, fundada por el británico Luke Dowdney, que ofrece a los jóvenes de Maré técnicas de boxeo y otras artes marciales. Y también lecciones para la vida.

El gimnasio es un sitio ordenado: sus paredes azules y la prolijidad del patio destacan entre el paisaje de barracas precarias y a medio terminar que compone la favela, donde se estima que viven unas 100.000 personas.

Cerca del aeropuerto internacional de Río y del estadio Maracaná, donde importantes políticos, celebridades y turistas extranjeros verán los Juegos Olímpicos en agosto, Maré es un mundo aparte, más digno de una escena del filme "Mad Max" que de la postal idílica que promocionan las autoridades.

En una visita reciente de periodistas a la favela, un vehículo de Lucha por la Paz debió abrirse paso a través de una barricada montada por narcotraficantes a las puertas del barrio.

Un grupo de hombres observaba el lugar, sentados en una mesa junto a la calle sobre la que reposaban una pistola y lo que parecían ser drogas.

Algunos metros más adentro, un hombre en ojotas sostenía un rifle de asalto. Otros deambulaban en motocicletas portando walkie-talkies y pistolas en la cintura.

"No los miren", advirtió el chofer de Lucha por la Paz, "y bajo ninguna circunstancia tomen fotografías".

Héroe de la comunidad


Ya dentro del gimnasio, una entusiasta docena de niños y niñas de entre seis y 12 años entrenaban alternando golpes y saltos. Poco después llegó el turno de los adolescentes, algunos de ellos con un nivel muy avanzado.

"El deporte ha hecho mucho por mí. No estaría aquí si no fuera por el deporte. Podría estar corriendo por las calles con un revólver", asegura Daniel Suarez, de 16 años.

"La mayoría de mis amigos dice: 'Yo elegí otra vida, opté por el crimen'. Pero yo escogí diferente: escogí pelear, competir, hacer deporte", afirma.

Custodio entrena en Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, pero a menudo vuelve a Maré, donde es recibido como un héroe.

"Es nuestro ídolo. Nos inspira con su humildad, simplemente con quien es. Hace que los jóvenes sientan que son 'alguien', porque viene, entrena y habla con ellos", explica Raissa Lima, boxeadora de 20 años.

El entrenador Antonio Cruz de Jesus, a quien todos llaman Gibi, dice que de los 10.000 millones de dólares que Rio gastó en los Juegos Olímpicos, nada parece haber llegado a la favela. Sin embargo, gracias a Custodio, "los jóvenes de aquí están esperando el evento".

Reglas en vez de caos


Enseñar un deporte violento puede parecer, a simple vista, un modo extraño de formar buenos ciudadanos.

Pero Gibi explica que en una comunidad donde la policía inspira más miedo que los narcotraficantes, las lecciones del boxeo van mucho más allá que aprender a derribar a un oponente.

"Se trata de disciplina, de reglas. Todo en tu vida cambia. Eso es lo que les transmito a los estudiantes", cuenta Gibi, ex integrante del equipo brasileño de boxeo.

Bruno Brito, quien a sus 19 años ha participado en 42 peleas amateur, señala que el gimnasio sólo acepta jóvenes que vayan a la escuela. "Eso te saca de la calle", asevera. "Muchos niños acaban cayendo en el narcotráfico si no estudian".

Los boxeadores de la favela esperan poder ver a Custodio pelear en agosto, al menos por televisión.

Y cuando pise el ring ante los ojos del mundo, él estará pensando en ellos. "No sólo represento Brasil", afirma Custodio. "Yo represento a mi favela".
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