Henze compitió en los Juegos Olímpicos de Atenas el 2004. Ganó medalla de plata.
Agencias
SANTIAGO.- Una emocionante historia es la que protagoniza Ivonete Balthazar. Es una mujer brasileña de 66 años, y si bien no tiene ninguna relación con el deporte, le debe su vida a un entrenador alemán.
Sí, porque se vio beneficiada con recibir el trasplante de corazón de Stefan Henze, técnico de la selección germana de canotaje que murió mientras se realizaban los Juegos Olímpicos de Río este año.
Balthazar sufrió el 2012 un infarto que le dejó herido el corazón. Desde ahí estuvo en lista de espera por si aparecía algún órgano que la pudiese salvar. Tres años después, en 2015, los médicos corroboraron que sólo quedaba el trasplante como solución porque el 70 por ciento del tejido del corazón estaba muerto.
"Me estaba apagando poco a poco", recuerda. Ivonete estaba en contra de que Río fuera sede de los Juegos. Pensaba que el dinero debería gastarse en mejorar los servicios de salud. "Al final fueron unos Juegos Olímpicos que nunca olvidaré.Cambiaron mi vida tal vez más que cualquier otra persona involucrada. Todavía tengo sentimientos contradictorios, porque también sé que la vida de alguien se truncó demasiado pronto", reconocía Balthazar, en una entrevista al Daily Mail. Y fue así como llegó el corazón de Henze.
Mientras que el alemán sí era deportista. De hecho subió al podio en los Juegos de Atenas en el C2 junto a Marcus Becker y acudió a Río como parte del equipo técnico.
En la madrugada del 12 de agosto, sufrió un accidente de tráfico cuando se dirigía en taxi a la Villa Olímpica. El vehículo chocó contra un poste por exceso de velocidad. "Christian Kading, otro miembro del combinado alemán, sufrió heridas leves. Henze se llevó la peor parte. Un traumatismo craneoencefálico le dejó en estado crítico.Tres días más tarde se produjo el fallecimiento", recuerda el periódico español Marca.
Al momento del trágico choque, el alemán portaba el carné de donante. Autorizaba a la donación de sus órganos en caso de fallecimiento. "A las 5:30 de la tarde, sonó el teléfono en casa de Ivonete Balthazar. Quince minutos después estaba en el Instituto Nacional de Cardiología, el corazón de Henze llegó a las 10 de la noche. La operación duró seis horas. Como exige el protocolo, no supo quién era el donante".
Fue unos meses más tarde cuando se enteró. Tras conocer la identidad, se dirigió al consulado alemán en Río .Quiso entregar una carta de agradecimiento para la familia de Henze. "Me gustaría conocerlos, me dieron la vida. Tengo dos medallas: la suya, la plata y el corazón", afirma.
