El atacante argentino Lionel Messi tuvo un mal partido frente al PSG.
Reuters
SANTIAGO.- Para muchos, la dura caída que sufrió Barcelona ante el PSG por 4-0 en la ida de los octavos de final de la Champions League, fue simplemente una "humillación total".
En el papel, todo indicaba que el duelo entre españoles y franceses, disputado en el estadio parque de los Príncipes de París, estaría marcado por un fútbol parejo y de dominio constante en ambas áreas. Sin embargo, eso nunca ocurrió.
Desde el primer minuto el elenco galo fue protagonista de las acciones, con una amplia diferencia en su juego y una actitud más avasalladora, la que finalmente terminó por opacar a un irreconocible conjunto catalán.
Pero más allá de lo poco y nada que mostró el Barcelona, cuáles fueron las claves que explican la estrepitosa caída de los azulgrana frente al conjunto parisino:
Intrascendencia de Messi
Desde los primeros minutos el delantero y máxima figura del Barcelona, Lionel Messi, se le vio sin la movilidad que acostumbra, nunca logró entrar con peligró hacia el arco del meta Kevin Trapp, ni tampoco se encontró con sus compañeros de ataque Neymar y Luis Suárez.
De hecho, los números son categóricos y dejan en claro su intrascendencia en el lance: Tocó 17 balones durante el partido, su peor registro en 9 años, y remató una sola vez hacia portería, aunque la bola rebotó en la barrera. Bajísimo lo de la "Pulga".
Presión del PSG en todas las líneas
No hay duda. El PSG realizó un fútbol brillante, el que estuvo marcado por la presión en todas las líneas.
La zaga nunca fue sobrepasada ni por abajo, ni menos por el juego aéreo, destacando la labor realizada por los centrales Presnel Kimpembe y Marquinhos.
En la mitad, simplemente los pupilos de DT Unai Emery le robaron el balón a la visita, con un sólido trabajo de marca en zona contra Messi, lo que imposibilitó que el rosarino pudiera generar su explosivo juego.
La reacción catalana nunca llegó
Se esperaba que tras el primer tanto del argentino Ángel di María para el PSG los catalanes reaccionarían de inmediato en París. Pero eso nunca llegó.
Es más, fueron los franceses quienes continuaron con el protagonismo y su ordenado esquema, el que dejó sin ideas a un equipo que estaba siendo absolutamente dominado por todos los sectores del campo.
Con un Messi absolutamente controlado por el rival y un Iniesta sin gravitar, la reacción catalana no logró aparecer. Para peor, los cambios realizados por Luis Enrique (Ivan Rakitic por Iniesta y Rafinha por André Gomes) en la segunda etapa no dieron ningún resultado.
No funcionó el 4-3-2-1
El técnico del Barcelona, Luis Enrique Martínez, decidió cambiar su tradicional esquema de juego y optó por utilizar un 4-3-2-1, con el uruguayo Luis Suárez como único hombre de área, pero claramente su decisión no fue las más acertada.
El PSG frenó de muy buena forma los intentos de Messi y Andrés Iniesta con la solvencia de Adrien Rabiot y Marco Verratti, lo que hizo casi nula la participación del charrúa en la ofensiva.
Por su parte, la zaga española se vio errática y en muchos pasajes del pleito fue sobrepasada por el tridente de ataque galo, (Di María, Julian Draxler y Edinson Cavani) sobre todo por el sector izquierdo de Jordi Alba y el centro con Gerard Piqué.
El "tridente mágico" se nubló
Barcelona llegaba a París con una racha de de 11 partidos sin conocer la derrota (ocho victorias y tres empates) y con su temido "tridente mágico" conformado por Messi, Neymar y Suárez.
Pero a medida que fueron pasando los minutos el experimentado bloque ofensivo de los culé se fue nublando. Careció de profundidad, ni tampoco tuvo la claridad para lograr penetrar la zaga local.
Prácticamente nunca pusieron en peligro el arco de Trapp, salvo a los 83' cuando el remate de Samuel Umiti golpeó el palo del pórtico francés.